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Channel: Ciudad Juárez, en la sombra del narcotráfico
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Nunca pensó que su hija Nancy Navarro Muñoz desapareciera y menos que se cumplieran ya cinco años

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¿Se puede vivir como un día normal el aniversario en el que les quebraron sus vidas? 



La agonía de Luz Elena, de 42 años, y de su familia comenzó hoy hace cinco años, cuando su  hija Nancy Navarro Muñoz desapareció, y comprobaron con pequeños grandes detalles que iban a estar solos en su búsqueda: las autoridades tardaron nueve días en activar el Protocolo Alba de búsqueda, justamente hasta que salió protestando:
http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2011/07/buscando-su-hija-nancy-navarro-de-mama.html @Judithtorrea 


Ella recuerda aquel día como si fuera ayer. En su hogar hoy nadie lo menciona, ni su esposo, niños o nietecita. Como si con el silencio pudieran tragarse el dolor que todos sienten al cumplirse cinco años desde que Nancy Navarro Muñoz desapareciera a los 18 años de edad: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html

-"¡¡¡Bara, bara (barato), pásele!!!!!", dice Adrián, el esposo de Lucy y papá de Nancy, para atraer a los compradores que pasan en trocas hasta el puesto improvisado que han instalado.

Cerquita de un mural para su hija mayor desaparecida, Lucy intenta vender algunas de sus propias pertenencias. Para las 3 de la tarde le han comprado dos de sus blusas por 25 pesos (poco más de dólar y medio), una bolsa de su hija de 12 años a 70 pesos (casi 4 dólares). Lo justo para ir ahora a la tienda y comprar un pedacito de carne para cocinarlo con chile y tomate.

"Lo que he ganado es para estar comiendo ahí como si estuviéramos en un día de campo", comenta bromeando. "Nos vamos a estar hasta la tarde. Ahorita todavía no nos hacemos la cruz, pero espero que nos compren mucho".

Vender en la calle pavimentada más cercana a su casita no es algo que haga a menudo. Lo primero es que no tiene mucho para vender. Pero ha tenido que pagar las inscripciones para las escuelas de sus otros tres hijos de 18, 12 y 10 años, y nieta de 6 (en México las escuelas son públicas hasta cierto punto, porque se pagan cantidades considerables para las matrículas y luego vienen las fotocopias, las graduaciones), y aún faltan los uniformes y el material escolar. Y ahora lo que no tiene es para comer hoy: tiene que vender algunas cositas que ya no necesita tanto. Eso sí, ninguna de su Nancita, a la que le esperan todos sus enseres para cuando regrese.

Su esposo irá al mediodía a trabajar como mesero en un restaurante del centro de Juaritos, la misma zona en la que desapareció su Nancita cuando fue una mañana a buscar trabajo. Y en la noche, le traerá lo que saque de las propinas para comprar los alimentos de la cena, desayuno y comida de mañana.

La pequeña Brianita, que tenía un año y tres meses cuando su mamá desapareció, combate los cerca de 40 grados centígrados dentro de una bandeja que ha llenado de agua bien fría. Pinta dibujos de corazones, los recorta para forrarlos con papel y dárselos a su mamita Lucy.

"Lo que tiene esta niña es mucho amor", dice su abuela con el rostro risueño y dándole un abrazote con besote.

Lo que no tiene Brianita es a su madre, Nancy Navarro Muñoz. La niña la ve en fotos en paredes y estantes, y se refiere a ella constantemente, preguntando si a su mamita le gusta algo que ella acaba de descubrir o si estará pasando calor como ella.


El día de su quinceañera Nancy Navarro vivió un día de princesa. En la foto, con una estilista que fue a peinarla a su casa. Tres años después, desaparecería.
@FotoCortesíaFamilia
Hace unos días, la pequeña vio la película de Rapunzel y empezó a llorar. "Es que yo creo que ya nunca vamos a ver a mi mamita Nancy", dijo.

Lucy, que no sabía que se la roban a esta protagonista de la cinta animada de Disney, le respondió: "a nosotros no nos han entregado nada. Cuando la gente se muere, la entierran".

Y Brianita, de 6 años, ya más tranquila con la respuesta, comenzó a jugar a mamá con sus muñecas.

Al caer la tarde, Lucy y sus hijos -que están de vacaciones escolares- dejaron de vender en la calle y se protegieron del sol en su vivienda incrustada en un cerro. En la casita, limpia y ordenada, intentan acomodarse en una zona donde no esté tan abombada la parte del techo que está a punto de caerse. Buscan ordenadamente que el aire del único abanico que hay en la casa les llegue para sobrevivir al calor. Lucy está cansadota pero siente que el objetivo del día ya se cumplió. Al final, consiguió un total de 240 pesos (unos 12 dólares).

"Estar vendiendo me ayudó para distraerme. Cuando tengo mucha depresión y pienso muchas cosas y todo lo que está pasando mi gorda (Nancy) y todo eso, como que no más me la paso aquí sentada y dormitando", afirma Lucy una mujer que siempre muestra su mejor sonrisa.

"Me siento hoy como que medio fuerte, no sé qué tan fuerte. Cinco años es inolvidable, es recordar desde la hora en la que salió a buscar trabajo y yo con su niña esperando a que regresara y ya nunca regresó. De las autoridades, no hay una respuesta".

Al caer la noche, su hija de 12 años -que está inmersa en las tareas escolares- le pregunta qué día es. Lucy le dice: "13 de julio". El día en el que su familia comenzó a quebrarse en la agonía de la espera.



En esta foto, Lucy (con camiseta rosa) se funde en un abrazo con su vecina Chapita. Fue en la tarde del lunes 11 de julio tras una misa que se celebró en el patio de otra vecina para pedir el regreso de Nancy Navarro. Lucy compró una cartulina de color intenso y uno desus hijos escribió con un marcador rojo y en letras mayúsculas: "Hoy misa a las 7pm con motivo de la desaparición de Nancy".



Lo bueno es que no tuvo que limpiar las hierbillas ni el trocito de la calle donde está un mural dedicado a su hija, porque su vecina Nena se le adelantó y a las 6 de la mañana ya estaba acomodando todo.

"Me sentí fortalecida. El Padre Francisco habló de la injusticia y que nosotros estamos de pie porque pedimos justicia y que se aclare la situación de las desaparecidas, que si estamos aquí es por un propósito de Dios que nos tocó vivir esto, pero que no quiere decir que nos quedemos apaciguados, que salgamos a pedir justicia". 



Las flores de plástico que Lucy había tomado de casa de su mamá y colocado el día de la misa como ofrenda en el mural para su hija -siguiendo las indicaciones del sacerdote- desaparecieron justamente en el quinto aniversario de la desaparición de su hija. Sólo dejaron la vasija. Y, con el optimismo que le caracteriza, Lucy quiso pensar que quizá era un buen presagio "porque las flores no son para desaparecidas ¿no?". 


***El primero de los asesinados hoy en Juaritos aún no había nacido. 
Tenía 6 meses de gestación. Su madre, de unos veinte años, fue baleada en la colonia Safari, pasaditas las 8 de la mañana. Al parecer,  intentaba contener con sus manos a su bebé entre la sangre que le brotaba. Una vecina salió en su ayuda y la llevó a una clínica donde no fue atendida, de ahí recorrió hospitales hasta que le aceptaron y supo lo que temía: su bebé estaba muerto.
En una tienda de abarrotes, dos jóvenes fueron asesinados. Fue en el fraccionamiento Portal del Roble, donde los picadores de droga para los más pobres se convierten una manera de mal sobrevivir ante la falta de alternativas. Del hombre asesinado y encontrado esta noche en un vehículo en la colonia Zaragoza poco se sabe, aún ni su nombre.

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"No sé qué clase de autoridad tenemos. Un cateo se da de sorpresa, no ya cuando toda la gente lo sabe": mamá de Luz Angélica Mena Flores, desaparecida en Ciudad Juárez a los 19

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 Luz del Carmen Flores tomó hace dos años una de las decisiones más duras desde que su hija Luz Angélica Mena Flores, desapareciera hace ya ocho años: no buscarla por las noches, por temor a perder su propia vida y aún no encontrarla.  "Estás viva para vivir muerta, así me siento", asegura la ex trabajadora de maquila. @Judithtorrea

                                                                   
El pequeño comenzó a dibujar un mismo rostro: en colores hermosos. A sus 10 años de edad supo lo que es tener una hermana desaparecida que aparecía en sus dibujos. Y una madre, convaleciente de un tumor, que la buscaba con su ojito tapado que ya no se abre.

Al caer la tarde, Luz del Carmen Flores salía sola al centro a buscar a su hija: pegaba pesquisas y por las cantinas sombrías de calles como Noche Triste, la Juárez intentaba ver si su lucecita, su niña Luz Angélica Mena, estaba atrapada. Tenía miedo. Veía esa noche, es mundo decadente que no le gustaba entre las sombras de los soldados y policías federales enviados para combatir al narcotráfico pero que se confundían entre el bullicio de la noche.

De regreso en el cuartito en el que vivía en la colonia obrera Galeana se iba encontrando con la realidad de las balaceras y de las personas convertidas en el muertito más del día.

Cuando Luz del Carmen asumió que su hija había desaparecido, ideó una estrategia para buscarla. Las 25 pesquisas que le dio la Fiscalía no eran suficientes. Necesitaba más copias, comprar cinta adhesiva para pegarlas, incluso recursos para poder viajar a la ciudad de Chihuahua y hospedarse en un hotel dos semanas, donde le comentaron que la habían visto.

 "Empecé a vender lo poquito que tenía para buscarla. Yo lavaba a mano, lo primero que vendí fue el lavadero, parte de mi ropa, trastes y las tinas en las que agarraba el agua (que se distribuye semanalmente en camiones cisternas), y me iba a lavar a casa de una amiga que tenía agua".

La víspera de la desaparición de su hija, era domingo y la pasaron juntas. Fueron al centro: a la Catedral y a comprar una ropita. De ahí, a casa de otra de sus hijas.

Al día siguiente, Luz Angélica Mena Flores salió caminando de la vivienda en la que residía situada entre las calles Vicente Guerrero y Emilia Calvillo, cerquita del Monumento, en el centro de Ciudad Juárez. Eran las 9 de la mañana y la joven, de 19 años, se dirigía a dejar una solicutd de trabajo en la tienda de ropa Maxi. Dos horas después, Luz del Carmen recibió una llamada del muchacho que vivía con ella, preguntándole si tenía alguna noticia de su hija.

"Su celular lo traía como si estuviera apagado, mandaba a buzón. Pensamos que ella había encontrado trabajo. Mi (otra) hija puso la denuncia el 4 (de agosto del 2008) en la tarde noche, ya estaba oscuro, yo no quería aceptar. Precisamente la denuncia no la puse porque pensaba que ir a poner la denuncia era aceptar que había desaparecido. Desde esa noche, tapizamos la ciudad de pesquisas".

El más peque de la familia, Luis Fernando, encontró en la pintura la manera de estar más cerca de su hermana, que se había convertido en otra mamá para él. Desde que el menor de los cinco hijos de Luz del Carmen nació, Angélica se encargó de cuidarlo.

"Yo trabajaba de maquilera, empecé antes de casarme y me separé cuando el niño tenía 6 años, no soy mujer a la que le gusten los malos tratos", recuerda Luz del Carmen, de 59 años, que llegó a los 18 a Juaritos desde Santa María del Oro, en el estado mexicano de Durango. Su meta era tener un trabajo en una de las fábricas maquiladoras que fueron asentándose en esta ciudad fronteriza con EE.UU en busca de mano de obra barata.
"Hacía los botecitos del spray, otras veces partes chiquitas de terminales de los aviones, fui ensambladora de partes de lavadoras y televisión y armaba tableros de alambres de la refrigeradora".

Cuando nació Luz Angélica, su madre la vio como una luz tras nueve años de su anterior embarazo.

"Yo le decía mi lucecita y Angélica porque tiene una cara muy angelical".

Con el tiempo, se convirtió en una jovencita muy detallista y alegre, que no le temía a nada pero "cuando vinieron todos los soldados precisamente ella tenía un terror, les tenía mucho miedo. Pasaron muchas cosas cuando los soldados estuvieron aquí, se destapó todo, desaparecieron más personas, ellos no andaban cuidando y andaban buscando novias".

En estos ocho años de búsqueda, Luz del Carmen Flores ha acudido a la Fiscalía a ofrecerles pistas para encontrar a su hija.

"Pero no se mueven. No sé qué clase de autoridad tenemos, dónde hayan estudiado ellos. No saben lo qué es hacer un cateo, un cateo se hace en el momento, un cateo se da sorpresa, no cuando toda la gente lo sabe".

Los escasos cateos a establecimientos de Ciudad Juárez donde se presume que hay niñas y jovencitas desaparecidas suelen coincidir con la llegada de algún medio de información internacional para mostrarles lo bien que chambean o con la presión de alguna organización internacional junto a los familiares de desaparecidas para intentar contentarles de vez en cuando. En este tipo de acciones mediáticas, la discreción es lo que menos se procura, es como si lo importante fuera simular que se investiga para continuar en el mismo círculo de indiferencia impune.

Lo mismo ocurre con los rastreos en busca de huesos de supuestas desaparecidas, que se anuncian como si fuera la gran hazaña cuando la exigencia de sus madres es que sus hijas aparezcan vivas y que no desaparezcan otras niñas en Ciudad Juárez como en los últimos veintitrés años.
A pesar de todo este tiempo, nunca han intentado infiltrar a una policía como si fuera una niña desaparecida para intentar investigar cómo, por qué desaparecen y quiénes están detrás de estas desapariciones, según me comentaba un agente del ministerio público. Su antídoto, para estar vivo era simular que investigaba sin investigar ninguno de los casos. Pero no le funcionó: lo asesinaron como a la mitad de su equipo.

Luz del Carmen ya no vive en aquel cuartito, sin agua corriente, y en donde durante doce años un ropero en medio separaba la cocina de la recámara. Desde hace un año renta una casita de una cocina y un cuarto, que paga trabajando limpiando casas, lo que le da flexibilidad para seguir buscando a su hija. Angélica está en su recámara, en una lona con su foto que cubre la pared izquierda. También la tiene presente en un altar con un cuadro de la Virgen de la Guadalupe.

Es su manera de sentirla más cerca "porque no tengo otra opción de verla, no más que en la manta. Es el único consuelo que tengo de verla. La tengo en mi cuarto porque yo rezo, hablo con ella, se la encomiendo a Dios cuando me levanto y en la noche".

Lo peor es "no tenerla, no poder verla, la búsqueda incansable. Es una desesperación que no sé cómo explicarla. Estás viva para vivir muerta, así me siento".

En estos ocho años de espera, que se cumplirán este jueves, Luis Fernando ha vivido la ausencia de su hermana desaparecida intentando cumplir el sueño Luz Angélica tenía para él: que fuera el primero en la familia en ir a la universidad y convertirse en un profesional para que no batallara en la vida.

El niño que dibujaba el rostro de su hermana, dejó de pintar con la agonía de la incertidumbre convertida en dolor. Se ha convertido en un joven serio, tímido y estudioso de 18 años que busca la manera de estudiar Turismo en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). Esta mañana fue con su madre al centro educativo, para ver  cómo pudieran pagar los seis mil pesos al semestre (unos 320 dólares) de la inscripción para este próximo curso académico y sentirse más cerca de su objetivo.

"Él está como yo -dice Luz del Carmen-, tiene mucha esperanza de que su hermana regrese y quiere darle esa sorpresa a ella, que está haciendo algo por ella, porque eran los sueños de ella. A veces nos sentamos a platicar, porque él se la pasa en la casa, y empieza a decirme que le gusta mucho estudiar y todo, pero que su sueño es que regrese su hermana y darle una sorpresa".


**** En estos últimos días, la mamá de Luz Angélica Mena Flores ha ido apartando 150 pesos (unos 8 dólares) para poder comprar 75 botellitas de agua que distribuirá en el octavo aniversario de la desaparición de su hija con la esperanza de que alguien al verla le de una pista del paradero de su lucecita. En ellas, pegará un papelito con la foto de su hija con la de la Virgen de Guadalupe y lo que siente en su corazón escrito en sus frases: "Le he pedido a Dios que sólo lo bueno te acompañe, que te bendiga siempre con salud para que nunca te enfermes, que bendiga tu libertad para que pronto regreses a casa, hija". 

*La vida sigue en Juaritos entre sus desaparecidos y sus asesinados. Los muertitos de este lunes 1 de agosto fueron cinco: dos mujeres y tres hombres.  El horror comenzó pasaditas la 1 de la madrugada con el asesinato de Abigail Nevárez Amado y de Eduardo Escárcega Tovar, de 26 años. Se encontraban en una camioneta negra cuando fueron atacados y se refugiaron en el patio de una casa en la colonia Praderas del Sur, según datos oficiales. La muerte alcanzó a una mujer hacia las 3 de la mañana, tras ser baleada y traslada por un vehículo particular a la Cruz Roja Centenario. Un joven de 19 años llamado Ricardo López Hernández  fue encontrado asesinado pasaditas las 11 de la mañana en su domicilio, con una toalla en su rostro y envuelto en una cobija. En la noche, un niño de 7 años vio cómo asesinaban a su papá, en el fraccionamiento Infonavit Tecnológico. El pequeño lo acompañaba mientras lavaban un vehículo en un patio de la vivienda. No fue herido en su cuerpo de niño, sino en su alma.


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