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Channel: Ciudad Juárez, en la sombra del narcotráfico
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Sin noticias, desde hace dos años: Nancy Navarro. Desaparecida

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En el segundo año de la desaparición de su hija Nancy Navarro, Lucy pegó pesquisas en los edificios abandonados del centro de Ciudad Juárez con la esperanza de encontrarla

No pudo dormir y pensó en un deseo: no tener qué pensar qué hacer para seguir reclamando que las autoridades la busquen y la encuentren con vida. No más estaba dormitando, reflexionando en cómo serían sus vidas si hace dos años su hija Nancy Navarro no hubiera visto un letrero en la tienda Modatelas que solicitaba empleadas. Ella también estaba ahí. Era un martes, 12 de julio de 2011, pasaditas las 5 de la tarde. Nancy, de 18 años, entró a aquel establecimiento de la calle Mina en la zona centro de Ciudad Juárez y le aplazaron para entregar su solicitud al día siguiente, el 13 de julio.
La última vez que la vio fue a las 11 de la mañana. Nancy se despidió de su niña de un año y tres meses, y tomó una ruta cerquita de su hogar en la colonia obrera Francisco I. Madero:
http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html

Ya era tarde para soñar otro pasado en un presente de incógnitas, reflexionó Lucy sin poder descansar ni un segundo. Quizá su hija hubiera visto tarde o temprano otro letrero para encontrar un trabajo. Como otras adolescentes que han desaparecido en la vigilada zona centro de Juárez en los últimos cuatro años: en una ciudad donde las autoridades intentan enterrar la tragedia sin resolver de las desaparecidas (pobres y bellas) y víctimas de feminicidio de los últimos veinte años en su objetivo de limpiar la mala imagen (y no la realidad) de la ciudad. Pero ellas existen. Y cada año son más: con la indiferencia, la impunidad y la justicia que convierte en culpables a inocentes -los chivos expiatorios- para cerrar casos lo antes posible, cuando la presión de los familiares comienza a peligrar la burbuja de normalidad y hermetismo que se vive en Ciudad Juárez con las desaparecidas. Hasta que te toca.

"En estos dos años he aprendido que no hay justicia, que todo es pura corrupción, que nadie (de las autoridades) va a hacer nada para encontrar a nuestras hijas, que mi única esperanza es seguir manteniendo mi fe en Dios y en la comunidad que diga algo, y por parte de ellos sólo hay puro lavado de cerebro", dice Lucy, de 39 años, la mamá de Nancy Navarro, que trabaja limpiando casas.

Se levantó con el amanecer para preparar engrudo: harina batida en agua caliente. Antes pegaba las pesquisas -con la foto y los datos de su hija- con cinta adhesiva. Pero pronto se dio cuenta que las arrancaban con facilidad. Y con la necesidad descubrió un nuevo método, además, más económico.

Llega a la Catedral y se reúne con dos docenas de mamás y papás que como ella saben lo qué es tener a una hija desaparecida y pueden permitirse dejar horas de su trabajo y pagar el pésimo transporte público de la ciudad. Todos le ayudan a pegar pesquisas desde la Avenida Juárez donde se encuentra uno de los puentes fronterizos que unen Juaritos con el paraíso de seguridad que es El Paso, Texas, hasta los rincones más escondidos. Los postes se han convertido con los años en uno de los lugares más codiciados para colocar la imagen de su Nancita, hay que buscar el milímetro preciso para no tapar el rostro y los datos de otras desaparecidas. Lee la información, apunta los datos, así sabe en muchas ocasiones que una joven más ha desaparecido: hasta que las hojitas son arrancadas, desfigurándoles sus rostros en papel.
El calor, bien feo, casi 40 grados centígrados con ese sol del desierto que quema aún más en el verano.

"Pegamos por varios lugares que nosotros pensamos que pueden tener niñas, en hoteles y cantinas como el Hotel  El Refugio, el Río de Janeiro, el Verde... Se siente impresionante cuando uno llega a esos lugares. En las paredes y en los vidrios de lugares abandonados se pega muy bien".




A las siete horas de empapelar lo que queda del centro de la ciudad con la imagen de su hija mayor, Lucy regresa a su hogar, sin ninguna pista sobre el paradero de Nancy Navarro y sin haber podido comprar un burrito para comer. Tenía el dinero justo para la rutera.

"Yo creo que me siento más fuerte cuando ando con las mamás como que nos apoyamos unas a otras, pero a la vez siento coraje de tener que estar haciendo esto y qué mejor que tener a mi hija en casa. Quito tiempo a mis otros tres hijos y a mi nieta por tener que andar buscándola, ir a juntas y va pasando el tiempo y más coraje siento con las autoridades que no hacen nada... tengo que seguir echándole ganas".

**** Estas son algunas de las entradas que he escrito sobre la desaparición de Nancy Navarro, desde que me contactaron a los dos días de su desaparición, cuando aún las autoridades no habían activado el Protocolo Alba de búsqueda, que tardó diez días: tras una protesta de la familia de la joven. Por si queréis saber más sobre lo qué ocurre cuándo una hija, una mamá desaparece en Ciudad Juárez y la agonía de la espera llega, por ahora, a dos años:  

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/buscando-su-hija-nancy-navarro-de-mama.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/08/cumple-14-anos-y-busca-su-hermana-nancy.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/08/una-pista-pero-las-autoridades-no-hacen.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2012/04/brianita-cumple-dos-anos-de-edad-8.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/10/diario-de-la-espera-de-una-mama-12.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2012/11/celebra-el-cumpleanos-de-su-hija-pero.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/11/como-ser-abuelita-y-no-derrumbarse-en.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/08/como-sobrevivir-siete-semanas-con-tu.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/09/ella-no-podra-gritar-viva-mexico-en-la.html

http://juarezenlasombra.blogspot.com/2012/01/identificar-prendas-de-cadaveres-para.html





Todo para poder enterrar a su hija Yanira Fraire Jáquez, de 15 años: y descubre que le dan parte de un hueso de otra desaparecida

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Parte I: 31 de mayo

Limpiar más casas, en silencio: para enterrar a su hija. Necesita 10 mil pesos (unos 800 dólares) para la funeraria Perches y 907 (72 dólares) para el panteón San Rafael. Se niega a aceptar la ayuda que ofrece el Estado de Chihuahua a las víctimas de feminicidio: "prefiero pagarlo porque no confío en ellos".
Le muestran los huesos de su pequeña Yanira Fraire Jáquez, que desapareció a los 15 años de edad. También, su ropa. Para acordarse, los escribe en una hojita: el cráneo, las costillas, la mayor parte de los huesos, el 75 por ciento del esqueleto.

Parte II: 17 de julio 

Me tardé para juntar el dinero. La que depende todavía de mí está en la universidad y la chiquita, en la preparatoria. Llamé a la hija que vive en Estados Unidos y vino para ayudarme. El martes liquidé todo.

Me trajeron el ataúd a la funeraria hacia las 2 de la tarde, cuando tenía la misa (funeral) a las 12 del mediodía. Supuestamente la carroza se descompuso. No me lo creí y por eso me puse peor porque yo sabía que a las tres y media de la tarde cerraban el panteón. 

A las 2,20pm lo abrí, le dije al que llevaba a la carroza, ayúdame a abrirlo porque lo voy abrir.
Estaba harta con tantas cosas que yo veía. Me decía que no podía abrirlo hasta que llegara salubridad. A mí me vale! si yo estoy pagando, no el gobierno. Le dije al de la funeraria que me prestara unas tijeras. Me metí para abrirlo yo y mi hija, y el chavo que llevaba la carroza.

En el que él rompió, levanté la tapadera. ¿y esto qué es?, le dije.  Es lo que le pertenece, me contestó. Pues no. Dentro del féretro, había una caja de cartón y estaba teipeada con tape (cinta adhesiva) canela. Ha bía un sobre amarillo vacío y una bolsita de plástico con un pedacito de hueso de cuatro centímetros  y era lo único.


Parte III: 18 de julio 

A las 7 de la mañana me habla Mari García (la mamá de Jessica Leticia Peña, que fue enterradahace   un año y cinco meses. Me  dice que ella no sabía que era lo mío, que ella lo tenía desde el sábado, que Norma Ledesma -de la organización Justicia para Nuestras Hijas- se lo había confirmado. Tenía la urna con las cenizas en un altar, le había puesto velas. Ella pensaba que era el hueso de cuatro centímetros que había pedido incinerar, pero pesaba un kilo.

El Fiscal Jáuregui me pide perdón, que fue un error de la funeraria. Y lo único que le pregunté es quién dio la orden. El abogado de la funeraria me dijo que todos cometemos errores, que somos humanos... No les creo. Yo cómo puedo asegurarme si los de la Funeraria trabajan para la Fiscalía, yo no lo sabía.

Metí un abogado. No sé con cuántas mamás habrán jugado. Me armo de valor y voy a hacer lo que es correcto, no voy a pelear algo injusto. Voy a demandar a quién sea responsable. Y ahora, en el caso que se encontrara el asesino de mi hija, cómo lo voy a inculpar, sino tengo nada, si me quedé sin pruebas de nada. A mí me dijeron que no se podía incinerar a mi hija, que era un delito, porque era feminicidio y necesitaban las pruebas, y ahora me dan cenizas.

Parte IV: 19 de julio

Ahora sí me pusieron peor, porque no estoy segura que esas cenizas sean las de mi hija. Yo no les creo, porque si me quisieron engañar con eso, y yo sé que esto es irremediable.

La urna es blanca, con un rosalito de color plata. Se la entregó en la tarde del viernes el abogado de la funeraria. Está en una repisa, con una foto de Yanira Fraire Jáquez: que desapareció a los nueve meses de celebrar su quinceañera.

Yanira quería ser médico pediatra. Le fascinaba ayudar. Y entre la que tengo en la universidad, iban a tener un orfelinato para llevar a los niños y ayudarles. Tenía muy bonitos pensamientos. Desapareció el 16 de junio del 2010. Yo estaba trabajando, limpiando una casa y ella se ofreció a ir a Bancomer, en la calle 16 de septiembre y la Avenida Juárez (zona centro), para pagar la colegiatura para la preparatoria. Tomó el camión a las once y media de la mañana. Claro que la pagó, 1.400 pesos ( unos 112 dólares), porque yo saqué un comprobante y vi el vídeo del banco.



Nació hace 45 años en Santa Clara, Durango. Cuando tenía 15 años, emigró a Ciudad Juárez en busca de trabajo en una fábrica maquiladora, pero no tenía la edad requerida y comenzó a limpiar casas. Mari Jáquez tiene cinco hijas, una de ellas víctima de feminicidio, arrojada en el Arroyo del Navajo, en el Valle de Juárez: Yanira Fraire.

Yo pensaba que las desaparecidas se iban a bailar, que andaban de noche, nunca me imaginé que fuera de día cuando se pierde una niña. Como sólo los primeros días dan la nota, pensé que luego ya las encontraban. Nunca pensé que me iba a pasar esto.  Las mamás deben de ser bien listas y astutas. Es un monstruo el que anda.

Entre el dolor de recibir una despensa alimenticia (con productos incomibles) del gobierno porque su hija ha desaparecido o comer menos

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Una bolsa de plástico transparente, sin agarraderas. Y en su rostro, tristeza.
Carga en sus brazos un kilo de patatas, tres cajitas de salsa de tomate, dos latas de sardinas, medio litro de aceite y un paquetito de chocolate en polvo.

En su camino a una de las ruteras que tomará para llegar a su casita,  varias señoras se le van acercando y todas con la misma pregunta: "¿dónde dan despensas (alimenticias)?".

Ella les contesta:

"Desgraciadamente, es un programa en el que estamos nosotras, en el que nadie quisiera estar. Se abrió para las víctimas de mujeres ausentes. El requisito para entrar en este programa es tener un reporte de una hija ausente".

Algunas, le dicen "lo siento mucho". Otras le preguntan cómo era su hija, cuándo desapareció, si tiene una foto.




Esta es la segunda semana consecutiva que Lucy, la mamá de Nancy Navarro desaparecida el 13 de julio hace ya más de dos años en la zona centro de Ciudad Juárez (http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html) va en busca de la despensa de alimentos básicos que el gobierno les otorga "con mucho pero" en la Secretaría de Fomento Social. Hasta hace quince días, era mensual.  Las mamás van a recibir un taller de nutrición de seis horas para aprender a cómo preparar de diferentes formas las sardinas en lata y la soya.

"Acepto esta despensa porque ya fríamente de todos modos no hacen su trabajo. El gobernador (César Duarte, del PRI) dice que es una ayuda para aminorar el dolor que sentimos. Yo creo que se aminorara si hicieran su trabajo y las encontraran vivas", dice Lucy, que trabaja limpiando casas para poder investigar (sin remuneración) el paradero de su hija, a la vez que atiende a sus tres otros niños y a la pequeña de su hija desaparecida.

A Lucy se le corta su voz. Es una de las pocas veces que la he visto con sus ojos en lágrimas.

 "Me siento súper mal cuando voy (a recoger la despensa). No sé cómo explicarle... como si estuviera conformándome con que no esté mi hija, como si esa fuera mi paga porque mi hija no esté en mi casa. Aunque yo estuviera sin nada pero que tuviera mi hija aquí, sería feliz.
A lo mejor, cuando me van a dar la despensa y me quieren humillar y dar muchas vueltas, de coraje les digo que no es porque nosotras queremos. Pero yo digo que nos merecemos que nuestras hijas no desaparecen y que si desaparecen ellos tienen la responsabilidad de buscarlas".

Cuando llega a su hogar les dice a sus hijos: "desgraciadamente esto que nos están dando es por no tener a Nancy con nosotros". "Mis niños no dicen nada, sólo se quedan serios".

En las despensas que otorga el gobierno a las mamás de desaparecidas hay productos viejos y caducados.

"Según ellos la comida es para que a uno nutra, cómo nos va a nutrir. Está bien fea. La verdad yo soy muy pobre y necesitada pero esta comida no está comible", dice Carmen, mamá de Luz Angélica Mena Flores -desaparecida a los 19 años de edad, el 4 de agosto del 2008- y de cuatro hijos más.

"Me siento como humillada, como me quieren dar eso para tener un pretexto para decir que están ayudando. Si nos van a ayudar, nos ayuden con algo bueno. Se siente uno como usada por ellos".

 Y recuerda el día en que les dieron latas de sardina caducadas y una de las mamás se enfermó y avisó al resto.

"Hice una sopa de arroz que no se podía ni comer porque sabe a cartón... como que la tienen ahí. Son marcas muy feas, que ni las hemos visto. El frijol está muy viejo (y tarda horas en cocinarse) y la sopa de estrellas está toda blanca".

Carmen, que trabaja limpiando casas, está pensando en no ir más a recibir la despensa porque "nos mandan muy lejos, anda uno gastando en ruta y luego para ir y traer esa comida que no sirve, es basura y el trato es muy déspota".


*** Los detalles oficiales de la despensa alimenticia fueron solicitados a la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género, en concreto a su portavoz en Ciudad Juárez, Alejandro Ruvalcaba, que no los ofreció tras varios días de espera. 

Unos gritan "Viva México", ella grita de coraje: mamá de Fabiola Janeth Valenzuela

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Silvia sobrevive entre la duda, una tumba y la esperanza. No sabe si los restos que enterró son los de su hija. Sigue buscándola.

Fuegos artificiales en el televisor. Y su casita de Pradera de los Oasis, húmeda. Calles que son ríos de agua con tres días de lluvias: aquí no existe el drenaje pluvial ni el pavimento, como en el 60 por ciento de Ciudad Juárez. Su cuaderno está seco y lo llena de pensamientos para no ahogarse:

He aquí todos gritando "Viva México" 
y en ese momento
hace tres años mi hija también gritó
para pedir ayuda y su grito
se confundió entre tanto grito de la gente. 
Y siento que gritaba para que alguien le ayudara,
pero nadie la escuchó. 
Es por eso que pienso 
que a mi hija le privaron su vida 
este día 15 de septiembre (del 2010) y hasta el 16 de septiembre
fueron a tirar su cuerpo. 
Hoy se cumplen tres años y yo sigo aquí recordándola 
esperándola con los brazos siempre abiertos. 

@Poema de Silvia Banda. Para su hija Fabiola Janeth Valenzuela: desaparecida en Ciudad Juárez. A los 18 años de edad, el 23 de agosto del 2010. Le entregaron huesos dos años después, el 19 de enero del 2012.
Versión oficial: las autoridades aseguran que la hallaron muerta en la misma semana que le notificaron a Silvia del hallazgo.
Versión más real: una química forense le informó que los restos fueron encontrados el 16 de septiembre del 2010 y que no recibió el primer fragmento para analizar hasta el 17 diciembre del 2011, al año y tres meses.
La Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género no le explica a la mamá de Fabiola Janeth Valenzuela por qué le ocultaron la realidad ni por qué tardaron tres años en darle restos.
No le permitieron ver los huesos que enterró. Silvia sobrevive entre la duda, la tumba y la esperanza de que esté viva. Con la exigencia de la exhumación y un examen de ADN del equipo de antropólogas forenses argentinas para saber si lo que le entregaron las autoridades juarenses es su hija: y dejar de seguir buscándola. O continuar.






Lo que hay en la tele: El Grito, con el que se conmemora el inicio de la Guerra de la Independencia de México de España, en esta ocasión 203 años. Y ella, no quiere escucharlo.
Por el día, pegó pesquisas con la foto de su hija en el recorrido donde se celebra el desfile del 16 septiembre "para que vea la justicia lo que tiene que hacer. Dos personas me dijeron que la vieron, que en los hoteles las tienen. Hay fuga de información en la policía y cuando van, no encuentran nada. Las voy a seguir pegando".

Cuando desapareció, Fabiola Janeth Valenzuela Banda tenía 18 años y un pequeño de casi 4 años. Unas semanas, antes dejó de residir en el hogar de sus padres y cuatro hermanos.

"A lo mejor no le gustaban las reglas de mi casa, se fue a vivir con una señora. Estuvo llegando, le hablaban y se tenía que ir. Por el instante, no sospeché de nada, ahora pienso que la traían como trata de blancas y tengo a mis sospechosos".

Silvia prepara a su familia para ir a la Catedral. Su esposo, operador en una maquila, ha tomado el lunes libre. Se encaraman a la rutera, con tiempo: las carreteras están en construcción por el llamado Plan de Movilidad Urbana y hay hoyos por las tormentas de los últimos tres días. Más el desfile del 16 de septiembre.

Al finalizar la misa, Silvia está aún más triste y se apura para despedirse de su virgencita de Guadalupe situada a un costado del altar. "!Ya vamos a cerrar! ",  dice un señor vestido con una camiseta blanca, que porta lentes. Y ella abraza aún con más ternura una hoja con la foto de su hija Fabiola Janeth que pide "justicia". Hace cinco minutos que la celebración eucarística de las 12 del mediodía ha finalizado.



El hombre comienza a ordenar los arreglos florales que hay debajo del cuadro de la Virgen, insistiendo de nuevo que ya van a cerrar. Silvia reza. Detrás de ella, están otras dos mamás de desaparecidas: la de Diana Rocío Ramírez con un camiseta con la foto de su hija y la de Janeth Paola Soto Betancourth con una manta rosa con los datos de su pequeña. Y yo, intentando tomar una foto.

Lo miro y me parece que es la misma persona que ha ofrecido la misa, ahora sin su sotana verde: el vicario Fernando Valle.  "¿Es usted el sacerdote?".  Y responde: "sí".

La mamá de Fabiola Janeth Valenzuela se quiebra mientras sale de la Catedral.

"Me siento pésimo, no ha dicho ni el nombre de mi hija en la misa. Vine veinte minutos antes para darle  (al sacerdote) el papelito con su nombre. Nadie nosescucha, tal vez voltean a vernos pero no nos ponen atención".


**** Durante la semana exigirá de nuevo la exhumación de los restos que enterró en el panteón de San Rafael y que las autoridades le aseguraron que era su hija. Para calmar la tortura en la que sobrevive.

"Juárez, Chihuahua Vive", dice el gobierno. Hasta que te asesinan: masacre de Loma Blanca (una niña, 3 adolescentes, una mamá y cinco hombres)

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Ser el coordinador de las confirmaciones de su iglesia y el béisbol eran las grandes pasiones de Luis Alonso Fraire, de 15 años, huérfano de mamá. En la noche del domingo fue asesinado junto a 9 personas.




Una sonrisa tímida. Para combatir las masacres. El pasado (Villas de Salvárcar, Horizontes del Sur en el 2010 con 15 y 14 asesinatos cada una) y el presente: en Loma Blanca, de nuevo. Diez.

En la radio, el lema del alcalde Héctor Murguía (PRI) a dos semanas de que finalice su mandato: "en tres años de gobierno, (...) tranquilidad, paz. Rescatamos Juárez". Y ella vomita de sus labios:

"Chihuahua vive, sí vive. Vive entre la violencia".



La sangre de una niña de seis años, tres adolescentes, una mamá y cinco hombres huele: a nada chido.  El trofeo del triunfo: en la escena de los diez crímenes. En el solar donde fueron asesinados en la noche de ayer domingo. El equipo de béisbol de Los Cardenales, que siempre perdía, ganó.
Aquella tarde el convivio semanal de los jóvenes y vecinos se celebraba en el terreno que se asoma de la casita del abuelo de Luis Alonso Fraire Alarcón. Un árbol de lila sobrevive con un tronco agujereado por las balas, entre la arenadel desierto y los recuerdos del horror: fueron 32 disparos de AK-47.




Angélica Fraire tiene 25 años y ahora, un hermano de 15 años y un tío de 35 por enterrar.

"Me siento triste, devastada. Saber que ya no los voy a volver a ver más. Puros inocentes cayeron".

Para llegar al poblado de Loma Blanca, de casi mil 600 habitantes, hay que manejar unos 40 minutos desde Ciudad Juárez con dirección hacia El Valle. Pasar casas abandonadas como las de los cinco beisbolistas levantados hace unos meses y quemadas por la violencia. Una iglesia fue destruida:  el mismo día de la masacre los vecinos habían organizado una kermés, vendieron antojitos para conseguir fondos para repararla. Autoridad, hay poca: el comisario ejidal Calixto Pérez Mena fue asesinado el 15 de febrero del 2010 a los 64 años de edad en esta población fronteriza con San Elizario, Texas.

"Son rachas que pasan, pero El Valle siempre ha sido el mismo. Todo sigue igual. Siempre estaba así, rachas se viene la violencia y se calma".


Aquí fueron asesinados su hijo y su nieto. Un solar que ve todos los días al salir de su hogar

Escuchó un "ta, ta, ta, ta.... ". Y la voz de su hijo Julio César Alarcón Carrillo, de 35 años de edad, gritándole "papá, papá, papá": hasta que lo asesinaron. El con un andador, por una embolia que sufrió hace dos semanas. Su nieto Luis Alonso Fraire, de 15 años y coordinador de un grupo de confirmación en la iglesia, acababa de salir al jardín de su abuelo donde estaba la fiesta.  Para saludar a su tío: danzante de los matachines Guadalupano, dueño del equipo del béisbol Los Cardenales y encargado de una tienda Modelorama. Y aRichy uno de sus mejores amigos, compañero de juego también en el equipo de béisbol de Los Tigres.

"Cayeron juntitos todos", recuerda Agustín Alarcón, de 75 años, padre y abuelo de dos de los diez asesinados. "Yo no salí y cuando me asomé estaban tirados. Los muchachos cada ocho días festejaban, perdieran o ganaban, hacían su propio convivio cuando no aquí, en otro ranchito. Eran puros chamacos conocidos los que andaban aquí ".

Los agentes de la policía investigadora retiran el trofeo. Los vecinos intentan cubrir con palas las huellas del crimen: para seguir adelante. Un ataúd blanco para Luis Alonso y uno negro para su tío. Los velarán a partir de las doce de la noche en la sala de la casa en la que vivía hasta celebrar el triunfo de Los Cardenales y ser asesinado.

"Mi hermano será enterrado mañana con mi mamá (Genoveva) que falleció hace un año y cuatro meses de enfermedad, le dio un paro (cardíaco). Mi tío, solo. El funeral, en la intimidad, con su mejor amigo, Ricardo Vega (de 17 años). Queremos privacidad, que respeten el dolor. Fueron muy apegados, nos conocemos desde niños. Son hijos de un pueblo en luto. Que se haga justicia".

Masacre de Loma Blanca: Ellos, en féretros: de casita en casita. Y las autoridades, como si no pasara nada

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Ricardo Vega, en un ataúd, soñaba con ir a la universidad. Le faltaban dos semestres.

Los ataúdes de una niña, tres adolescentes, una mamá y cinco hombres asesinados en la noche del domingo parten para ser enterrados: algunas familias viven la tragedia de Loma Blanca con dos cadáveres. Otra, con cuatro.

Hay dolores que azotan y desgarran. Como en otras masacres: Villas de Salvárcar, hace tres años. Lo nuevo: otras víctimas y la indiferencia de las autoridades. Aquí se siente más el abandono. No ha venido ni el alcalde ni el gobernador.
Juárez es una ciudad devastada tras más de 11 mil personas asesinadas durante la llamada guerra contra el narcotráfico del ahora ex presidente Felipe Calderón. Donde las autoridades lanzan mensajes de que la violencia es un tema del pasado. Como las desapariciones de niñas y los feminicidios desde hace veinte años.

Arena blanca. Los vecinos van caminando por el desierto, en caballo o carro en busca de los familiares de los muertos en un paisaje de casas incendiadas o abandonadas. Los patios se han convertido en improvisados velatorios. Algunos se acercan con miedo. Temen a los halcones que vigilan esta zona del tránsito de las drogas que llegan desde Colombia hasta Juárez para cruzar a Estados Unidos. Y a los asesinos.

El poblado de Loma Blanca, azotado por la pobreza, se alza y pide justicia. Son muchos los que se atreven a dar la voz por sus muertos. Como Verónica López, consejera en la escuela técnica Ceciytech 7 en San Isidro, donde estudiaban Luis Alonso Alarcón, de 15 años y  Richy Vega, de 17:

"Ellos pertenecían al equipo de béisbol, siempre se dice lo mismo que probablemente alguno estaba metido (en el narco), son los argumentos que pone la autoridad para no hacer su trabajo".

La principal línea de investigación de la Fiscalía es un ajuste de cuentas entre grupos del crimen organizado, igual que en las masacres de Villas de Salvárcar, Horizontes del Sur y todas las 25 que se han producido en los últimos cinco años en Ciudad Juárez.

Pero hay testigos que afirman que antes de la tragedia patrullas de la Policía Municipal les estuvieron siguiendo en diferentes puntos donde se reunieron los jóvenes. Y los vieron en la escena de los crímenes a los dos minutos de la masacre para después irse.








Richy Vega tenía 17 años hasta la noche del domingo 22 de septiembre que fue asesinado junto a sus amigos. Ahora su mamá María Brígida Pérez, de 45 años, sólo grita: "quiero que me hable, que me diga madre como siempre lo hacía". Su hijo mayor está en un ataúd. Con su uniforme del equipo de béisbol de Los Tigres,  las fotos de sus triunfos y una pelota que su compañeros han firmado.

A la entrada de la casita del joven, van llegando sus compañeros. Como el hogar es pequeño, se turnan para entrar en la salita y compartir los últimos minutos con su amigo, ahora en un ataúd.

"Nosotros ya nos sabemos las mismas respuestas que nos van a dar los policías, pero la verdadera historia sólo uno la sabe", afirma Eduardo, de 17.

"Richy no andaba mal, era una persona muy buena. El nunca se metía con nadie. Era muy inteligente, muy responsable", dice Tania Galindo, de 17 años.

"No tenía vicios ni nada. Solamente convivía con la familia. Era una persona muy especial, siempre se preocupaba echando la mano al otro", apunta Jesvin Ramírez, de 18.


Alondra (con la foto) fue novia de Richy Vega hasta que lo asesinaron.  En la imagen, con sus amigos a la entrada de la
casita donde está el féretro del joven beisbolista de 17 años de edad.


Camino al poblado de San Isidro, Hilda vela el féretro de su niña Perla Michelle Mancha, de 6 años de edad: los cumplió el 3 de septiembre. Y el de su esposo Martín Mancha, mecánico de profesión,  de 49 años.  Le queda otro hijo y una herida de bala en su cuerpo. Ella se salvó. Calentaba tortillas cuando las ráfagas de las balas le sorprendieron. "Tengo mucho miedo, no me siento segura, no sé si irme a Estados Unidos".

Los familiares llegan en ruta desde varias zonas del estado de Chihuahua. Algunos de los que fueron sus vecinos arriban desde El Paso, Texas adonde huyeron por la inseguridad en el Valle de Juárez. Los grandes ausentes son los padres de Martín y abuelos paternos de la pequeña. El viaje era muy largo y superan los 80 años de edad.

"La violencia nunca se acabó, no puede uno salir a la calle, no sabe ni qué", afirma Miguel, un operario de una fábrica maquiladora y amigo de Martín.





Tres ataúdes llegan a una humilde casa de una familia que perdió en unos segundos a cuatro de sus miembros. Uno tras otro, en el patio: María Mireya Armendáriz Meza tenía 33 años y su hijo Edgar Aarón Acosta Armendáriz, 15. Su sobrino Miguel Antonio Mota Armendáriz, 25.  Gritos. Llanto. El padre de éste, José Hesiquio Mota Ortega, de 45, es velado en Ciudad Juárez por su familia. Estaba separado.

Los primeros vecinos en ser sepultados en el panteón del ejido de San Isidro son Ricardo Richy Vega, de 17 años, con su amigo Luis Alonso Fraire, de 15. Y el tío de éste, Julio César Alarcón, de 36. Todos acompañados de los matachines de los danzantes de la Guadalupana, el grupo al que pertenecía Julio César.





Los velan y entierran ajenos a las pintadas que aparecieron al amanecer en los poblados de Loma Blanca, San Agustín, Guadalupe y Caseta. Algunas, en casas abandonadas:

"Esto es para los culeros de La Línea. Se pasaron de verga en Loma Blanca. La guerra es entre nosotros, no con inocentes. Nosotros no matamos niños ni señoras. Pinches marranos. Att. Gente de Gavino Salas".  Fueron borradas rápidamente por las autoridades.

Gabino Salas "El ingeniero" y presunto miembro del Cártel de Sinaloa que controlaba el tráfico de drogas y armas en El Valle de Juárez murió abatido por el Ejercito Mexicano hace mes y medio, el 8 de agosto, en Praxedis G. Guerrero. La operación fue dirigida por el jefe de la policía municipal de Ciudad Juárez, Julián Leyzaola.

"Puede ser que un grupo ponga los mensajes para presionar al estado, que se acuse a La Línea para que los elimine. Se tiene que investigar, primero que nada", afirma el criminólogo Oscar Máynez.

Loma Blanca llora a sus muertos. El gobernador César Duarte (PRI) y el alcalde saliente Héctor Muguía (PRI), entre otras máximas autoridades, inauguran el nuevo edifico la Comisión Estatal de Derechos Humanos. En una tierra sin derechos: en donde las autoridades no saben preservar el derecho básico a la vida. Como en Loma Blanca.

 "La violencia bajó (este año), no por una estrategia en particular. Ninguna autoridad soporta 20 muertos al día. La violencia no tiene por qué no seguir ocurriendo porque no ha habido estrategias, al igual que con las mujeres desaparecidas", afirma el criminólogo Oscar Máynez.

 "No teníamos la situación de estado de sitio durante cinco años, pero la violencia no se fue en realidad. Lo que pasa es que se estabilizó, se modificó. Ninguna ciudad aguanta 3 mil muertos al año. Si la estrategia principal es hacer declaraciones públicas no tiene por qué desaparecer", apunta.

Hay preguntas con las mismas respuestas, que se suceden con los años: saber por qué los mataron. En una zona con un 97 por ciento de impunidad y con una justicia de chivos expiatorios, lo único que es cierto es que los mataron porque estaban vivos: porque se puede.

El alcalde de Juárez y ella: sobreviviente de las balas (de los policías municipales de Julián Leyzaola)

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El guarura bien cuadradote, de los que se creen bien chingones. La empuja. Le cierra el paso. Y ella se traga el terror que sabe a balas: de las autoridades. Teto Murguía (PRI) surge entre la multitud. Como si fuera una estrella de música norteña. El alcalde saliente de Juaritos sonríe a sus seguidores que le aclaman con cartelones: "Gracias por las despensas", "Teto te queremos". A unos pasitos de subirse al escenario del gimnasio del Colegio de Bachilleres para mostrar lo más chidote de los tres años de su gobierno.

Ella lo intenta: que él la vea, que le atienda un tantito. No quiere sus saludotes. Se apoya en un bastón: para poder caminar con una pierna que va perdiendo movilidad desde la noche del 24 de mayo en la que el alcalde inauguraba el monumento de la Equis para cambiar la imagen de violencia de Juárez y en la que surgió la realidad: casi la matan los policías municipales. No se inquieta ante el escolta. Está acostumbrada a lo peor: a las balas de las fuerzas de seguridad incrustadas en su matriz sintiendo cómo le era arrebatado el bebito que esperaba: no podrá tener más hijos.    http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/05/angel-damian-el-nino-que-no-nacio-o.html



María de los Angeles Morales siente que ahora es su última oportunidad para exigirle justicia a su alcalde,  el empresario Teto Murguía y a su suboordinado, Julián Leyzaola. En unas horas concluirán sus mandatos. Desenfunda su coraje y unas cartulinas de color naranja y blanco con las que denuncia el ataque que sufrió de los policías municipales dirigidos por Julián Leyzaola: el ex militar inhabilitado por ocho años para ejercer cargos públicos en el estado de Baja California. Las violaciones de derechos humanos mientras cumplía un cargo similar en Tijuana, le persiguen.

- "Si no baja esos cartelones, se los voy a quitar... y la voy a echar", le amenaza el guardaespaldas.

- "Ella es periodista", le increpa María de los Angeles mirándome.

 Y él me observa.

- Joven, una pregunta. ¿Por qué le va a retirar los cartelones?

No me contesta. Mi grabadora surge a un ladito de su rostro.

E insisto:

- Discúlpeme, me gustaría entender un poquito qué está pasando. Estoy viendo que hay varios cartelones a favor del alcalde ¿Sería tan amable de explicarme por qué va a quitar el único que le exige justicia? ¿por qué está empujando a la señora impedida? ¿está cometiendo algún delito, que yo desconozca?

Ni modo. No me contesta. Pero tampoco cumple con sus advertencias intimidatorias. Pero los guardaespaldas empiezan a rodearme también a mí.

Primero llega el gobernador, no alcanzo a preguntarle. Cuando está pasando el alcalde puedo deslizar mi brazo entre un guarura al que le supero en estatura y situar la grabadora sobre su bocaza:

- Señor alcalde, ¿me permite una pregunta?

- Sí, dígame, dice todo sonriente.

- Usted finaliza mañana su mandato, ¿cómo va a asegurar que se haga justicia en el caso de María de los Ángeles Morales baleada por los policías municipales el día de la inauguración de la Equis?

- No la escucho, no la escucho, no la escucho...

Y el Teto se me va a la carrerorota.

Me despido de María de los Ángeles, que se sienta enfrente del alcade, con sus cartulinas, pero a varios metros de distancia.

"Me da como enojo, coraje, impotencia, tristeza. Mucha tristeza porque siento que no van a hacer nada, que se va a quedar todo así, nada más", dice María de los Angeles, nacida en Irapuato, Guanajuato hace 30 años, que emigró a trabajar en una fábrica maquiladora a los 15 años de edad. 

"A los policías sólo los van a acusar por abuso de la autoridad, los altos mandos bloquearon todo. Por un momento me dio miedo (venir) pero me dije a ver si se atreven de hacerme algo aquí delante de toda la gente. Si algo me pasa, se lo responsabilizo a Teto (alcalde) y al Leyzaola (jefe policía)".





La música de la Sonora Skándalo suena en directo. Son tantos los integrantes que ocupan dos filas de las gradas en la parte superior del gimnasio donde están sentadas familias pobres, desde niños a abuelas. En el escenario, el alcalde con su equipo de gobierno y el gobernador César Duarte, entre otros mandatarios. Abajo, los invitados especiales, la mayoría hombres del mundo empresarial y políticos cercanos al PRI con traje y corbata. Están sentados como viven: en la profunda desigualdad social de esta ciudad de fábricas maquiladoras de capital extranjero donde sólo el 25.3 por ciento de la población no es pobre, según datos de El Colegio de la Frontera Norte (Colef).






El ambiente es de fiesta. Afuera del recinto, está la Banda Jerezana: una de las sorpresotas de la ceremonia de presentación del tercer informe de gobierno con un costo de más de 4.5 millones de pesos de fondos públicos, casi el doble que en el segundo de 2.9 millones.

Las luces se apagan. Y un vídeo de alta definición, como las pelis del cine, comienza a contar los logros de los últimos tres años de gobierno del alcalde Teto Murguía. Lo hace con música de acción, de intriga y éxito.
De las imágenes de horror y violencia se pasan a unas soñadas: donde Juárez se asemeja a la armoniosa Luxemburgo, pero sin el paisaje verde. En esta ciudad de desierto lo más verde en estos años han sido los uniformes de los soldados enviados por el ahora ex presidente Felipe Calderón en su llamada guerra con el narcotráfico que dejó a más de 10 mil 300 personas asesinadas en la impunidad.

En la mayor parte de la publicidad política se destaca la labor de la policía municipal de Julián Leyzaola, donde los agentes son "héroes a los que le debemos los juarenses la tranquilidad que hoy disfrutamos". Eso sí, no hay ninguna alusión a las desapariciones perpetradas por la policía, ni a sus asesinatos, violaciones y otros abusos a la población (joven y pobre). Tampoco, a que la relativa calma ha llegado porque un Cártel, el de Sinaloa, ha ganado la codiciada plaza de Juárez, del paso de las drogas que van llegando desde Colombia para sus consumidores en Estados Unidos.

Los aplausos se hacen interminables cuando Teto, el alcalde, aparece en unas imágenes repartiendo uno de los "400 mil pollos" entregados en Navidad "que llevaron esperanza" a los más pobres.
La política de limosna del PRI continúa con las "8 mil despensas de comida, cobijas para 125 mil personas, pista de hielo durante 45 días".
Cuando le llega el turno a una de las obras emblemáticas del alcalde, el monumento de la Equis -una idea de empresarios realizada con fondos públicos- se expone con detalle el significado del monumento y se obvia el costo total que hace unos meses se estimó que fue de más de 117 millones de pesos mexicanos.

El vídeo continúa y a veces es tan de ciencia ficción que es cuestionado hasta por los llamados acarreados: personas de bajos recursos que han sido llevadas en rutas hasta el informe con la promesa de que conocerían al alcalde, se divertirían con la música y comerían un refrigerio.

"Pues que vaya por mi casa. El drenaje sigue mal y ahí se juntan hierbas, animales. Nos duele la garganta, los drenajes son lo que tenemos problema en la colonia Kilómetro 20.  No más estamos agradecidos con él, pero a ver si un día alguien nos escucha y nos ayuda", dice Juana Angélica Chávez, una trabajadora de una maquila, de 41 años.

También disiente Jorge Carrillo de los logros que el alcalde está mostrando en su tercer informe. A pesar de que se confiesa votante del PRI desde hace diez años, este chófer de ruta asegura que en las calles de su colonia no hay pavimento, sino "terracería" (arena del desierto). Y continúa la mayor parte del informe diciendo  "no es cierto" a cada uno de los llamados éxitos de Teto.



Para cuando comienza con su discurso el alcalde -acompañado de tambores de adolescentes que lanzan porras- la mitad de las gradas están vacías. El ambiente se asemeja al de una función de lucha libre, donde se pelean los aplausos, los gritos. Después, el gobernador. Fin del tercer informe, del gobierno municipal de Teto Murguía. Y los que aún quedan en las gradas superiores salen en estampida a por la última recompensa de la noche: los hot dogs y sodas.




Filas interminables de familias enteras. Huele a comida, gratis. La música de la banda Jerezana suena, pero pocos se animan a bailarla. Primero, a comer. Y los casi veinte integrantes, interpretando sus éxitos, con trajes bien coloridos. A las 11 de la noche, comenzarán a salir las rutas especiales de regreso a sus hogares en una ciudad con un pésimo y casi inexistente transporte público. Muchas de las familias me comentan que perdieron de nuevo todas sus pertenencias por unas horas de lluvia durante tres días: en una ciudad donde tampoco este alcalde ha considerado que es una prioridad tener drenaje pluvial: es mejor que se inunden en las zonas más pobres y después, darles cobijas (y tomarse la foto).




Para entender por qué estas personas tan olvidadas por las autoridades son capaces de hacer presencia en un acto político y estar ovacionando al alcalde,  hay que escuchar al señor Carrillo: "es irse uno a distraer, casi uno no sale de la casa".




Los estacionamientos están llenos: de ruteras. La mayoría de los asistentes han sido acarreados por la secretaría de Desarrollo Social del municipio. Son pasadas las nueve y cuarenta de la noche y me encaramo en mi carro. Unos dos minutos después, nada más llegar a la Avenida Tecnológico me doy cuenta que hay dos trocas que están detrás de mí.  Con sus luces y sirenas. Pienso que son agentes de tránsito y pienso que debería detenerme, pero no sé en dónde.

La troca de atrás casi me choca y no me deja ir ni para la izquierda ni para la derecha. Se mueve al mismo ritmo que yo, que intento salirme de la carretera. Y en esto, la otra troca me intenta rebasar y se pone al lado de mi copiloto, sin rebasarme, acompañándome en el camino. Y veo que son dos unidades de la policía municipal. A la altura del centro Comercial Soriana San Lorenzo puedo ya salirme. La señora que atiende el estacionamiento, ya casi vacío, me pregunta qué onda, qué pasó, si estoy bien. "Estos polis manejan de la patodota", le digo.  Quiero pensar en eso. Se percina y me da las buenas noches. Nos despedimos con una sonrisa tímida.

Entrevista con Israel Arzate Meléndez, libre: el chivo expiatorio en la masacre de Villas de Salvárcar (criminalizado por las autoridades y medios de Chihuahua)

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Israel Arzate Meléndez, esperando un avión en el aeropuerto de Ciudad Juárez, tras ser puesto en libertad.


La primera vez que escuché la voz de Israel Arzate Meléndez fue en el altavoz de un celular: avisaba a su esposa de que no había podido presentarse ante el juez, a la audiencia de vinculación del proceso, porque los soldados lo habían sacado la noche anterior de la prisión del Cereso Estatal y lo habían estado paseando por Ciudad Juárez y torturándolo. Querían saber cuál era su dirección y le recordaron que no podía retractarse de la declaración en vídeo en la que se había declarado culpable de la masacre de Salvárcar tras ser torturado.

Fue el 10 de febrero de 2010, poco más de una semana después de que fueran asesinadas 15 personas (trece menores y dos adultos) en una fiesta de estudiantes en la colonia obrera de Villas de Salvárcar. Seguidamente, Arzate me insistió que él era inocente, que confiaba en Dios. La llamada se cortó.

Ya Jessica no está con él, vive con otro muchacho, aunque ha estado al pendiente, al igual que sus ex suegros con los que vivía y el niño que su esposa tuvo de adolescente, al que crió. Esto ha sido lo más duro: "perder a mi familia" en este tiempo de encierro.

Hoy, casi cuatro años después, puede conversar con él viendo sus ojos: después de varias solicitudes de entrevistas que me fueron denegadas por las autoridades del estado de Chihuahua. Israel ya está libre, a sus 28 años de edad.

Esta es una entrevista breve realizada en una pequeña sala de la Policía Federal en el aeropuerto de Ciudad Juárez, en la noche del miércoles 6 de noviembre de 2013: horas después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenara su libertad inmediata. La Corte estimó que la confesión de Arzate, obtenida tras treinta horas de tortura, es nula.

Una decisión que no fue aplaudida por las autoridades del estado de Chihuahua que estudian cómo reabrir el caso. Los agentes intentaron llevárselo de la casa donde se encontraba en régimen de arraigo  -custodiado como si estuviera en una prisión, sin visitas, teléfono o una computadora- sin que los oficiales presentaran una notificación. Su defensa, encabezada por el reconocido Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, con sede en la Ciudad de México, la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez y el Centro de Apoyo al Migrante impidió que lo trasladaran. Y fue el juez de Garantía Lorenzo Villar el que tuvo que acercarse para notificarle su libertad. En estos años, Arzate ha pasado de estar en la prisión del Cereso Estatal a estar arraigado en las instalaciones de la Academia de Policía de Juárez porque se venció la medida cautelar para que estuviera encerrado, donde estuvo incomunicado y sin poder salir al patio. Por un amparo ganado se pasó el arraigo a la humilde casa de su mamá, donde estuvo encerrado, custodiado por agentes día y noche.

Israel Arzate Meléndez espera con un bolso mediano y una maleta chica un avión para la Ciudad de México, para reflexionar su siguiente paso. Mañana jueves partirá, ya no hay más vuelos disponibles para esta noche. Le recibirá su mamá Guadalupe Meléndez que viajó al DF para la audiencia de la Corte Suprema.
En el aeropuerto Arzate es protegido por doce agentes de la Policía Federal, muchos menos que los agentes que lo custodiaban mientras estuvo en arraigo. Uno de los oficiales que coordina la operación de resguardo expresa que no está seguro, que necesitan más apoyo. Otro de ellos, afirma desconocer saber a quién resguarda y ni sabe qué ocurrió en Villas de Salvárcar.

Sus hermanos y sobrinos se despiden de él.  La conversación tiene lugar después de salir de la casa donde estuvo detenido durante un año y dos meses. Desde las cinco de la tarde algunos de los familiares de las 15 personas asesinadas y sobrevivientes de la masacre de Villas de Salvárcar han comenzado a reunirse en el memorial y el centro deportivo que el ex presidente Felipe Calderón mandó construir en su honor.

Algunos de ellos, que antes creyeron en la inocencia de Arzate o que dudaron de su culpabilidad como Luz María Dávila, cada vez más triste y abatida por el dolor del asesinato de sus dos únicos hijos: José Luis Piña, de 16 años y Marcos, de 19, piensan ahora que Arzate es culpable. Que hay sobrevivientes que lo reconocieron en aquella noche de horror del 30 de enero del 2010 -aunque cuando a estos se les pregunta con detalle, su seguridad se tambalea con la fisionomía común de Arzate, los cadáveres y la noche-. Y se abrazan a las fotos de sus pequeños mientras exigen justicia.

La principal testigo, conocida como la número 10, cuyo esposo fue asesinado en la masacre, estuvo seis semanas en coma y recibió un balazo en la cabeza, por lo que su declaración no sería confiable desde la psicología forense, según expertos.

"No es médicamente posible que con un trauma de esa magnitud en su cabeza, la testigo número 10 haya registrado en su memoria a Arzate, se inhibe el registro de memorias y puede ser afectada por otros elementos (si se le presenta imágenes o se le hace preguntas con ese objetivo)", afirma el criminólogo Óscar Máynez, ex jefe de medicina forense en el estado de Chihuahua, que renunció a su puesto tras negarse a plantar evidencia falsa a los chóferes apodados como La Foca y El Cerillo: chivos expiatorios acusados de matar a ocho mujeres desaparecidas que fueron encontradas convertidas en cadáveres en el 2001, en un campo algodonero de Juárez.
Los abogados defensores de los inocentes a los que el Estado convirtió en culpables, los incorruptibles Mario Escobedo y Sergio Dante Almaraz, fueron asesinados "por confusión" por policías judiciales.
El juez que siguió las órdenes del entonces gobernador Patricio Martínez (y ahora senador por el PRI y mano derecha del actual gobernador César Duarte) fue José Alberto Vázquez Quintero que desde el mes de octubre es el jefe del Tribunal Supremo de Justicia del estado de Chihuahua.







- Israel, está libre. ¿ Se lo cree?

- No todavía no. Ahorita estoy asimilando lo que estoy viviendo, este cambio. No sé lo que va a pasar mañana ni más al ratito. A la una y media mi hermano fue el que llegó, me dijo que le había hablado mi mamá que ya me habían dado libertad. Ni le creí. No más llegó, me abrazó y me dio la maleta. Ah! caray, ni cuenta me lo esperaba. Yo estaba esperando otra cosa diferente, a como es el gobierno, no, yo estaba esperando que se regresara el caso no más otra vez para acá para Juárez, pero la libertad no esperaba... Estoy contento.

- ¿Qué le puede decir a los que siguen creyendo que es culpable?


- Qué les puedo decir...nada más que yo presenté todas las pruebas de mi inocencia, y ahí quedó demostrado con la Suprema Corte que ni yo estuve, ni participé, ni tuve que ver nada ahí. No sé si me habrán confundido, eso en que las noticias te criminalizan tiene mucho que ver y la gente se hace una idea de lo que mira. Yo entiendo su dolor, pero yo digo que justicia tienen que pedir al gobierno, no a mí, yo me voy a defender, ya me defendí y quedó demostrado que yo no participé.

- ¿Qué ha sido lo más duro de haber sido encarcelado por ser considerado coautor de la masacre de Villas de Salvácar?

- Perder a mi esposa, hijo... pues todo pasa por algo. No los perdí, todavía tengo contacto. Perdí mucho pero gané más, me refiero a mí, en la persona que soy, a valorar todo, a mi familia. Si antes me decían, vamos a pasear, no no... voy a trabajar! Y ahora si tengo la oportunidad de irme con ellos, lo voy a hacer. Lo mejor ha sido las personas que he conocido en este trayecto y me han ayudado. Ya rencor al gobierno, no hay nada, que tanto me han atacado.


- ¿Cómo se sentió cuando los soldados le detuvieron, empezaron a torturarle en el cuartel militar y le decían que era culpable?

- Te bloqueas, uno no siente.  Que va a valer madre, te golpeaban, que firmes, que declares. Si me acuerdo bien de todo, pero ya eso está atrás, ya quedó. Lo que mas temía cuando me sacaban del Cereso eran los golpes, pero ya iba con otra mentalidad, porque matarme no podían hacerlo porque debían de regresarme al Cereso.

- Si le digo un nombre...  el ex presidente de México Felipe Calderón, que prometió detener a los culpables de la masacre de Salvárcar. ¿Qué piensa?

- En parte, él no ni culpa tiene. Él no me detuvo. Él si presionó para tapar el ojo a la gente. ¿Qué le puedo decir? nada. Pues a lo mejor si no hubiera sido yo, hubiera sido otras personas que no se hubiera podido haber defendido y ahorita estuvieran en la cárcel u otra cosa.

- ¿De las autoridades del estado de Chihuahua?

- Ni palabras, todo bien, que se pongan a trabajar, que hagan bien su trabajo.

- ¿Y los soldados torturadores?

-  Pues nada, no hay rencores. Dios los ha de a juzgar, yo no soy nadie para juzgarlos ni perdonarlos, no tengo nada que perdonarlos, allá ellos. Allá su conciencia.

- ¿Teme por su vida?

- No, pues ya pasé por mucho como para tener miedo.

- ¿Qué va a hacer ahora?

- Necesito trabajar.

- ¿Cómo hacía para no derrumbarse?

- Yo digo que por las ganas de salir, de que se haga justicia, es lo que me motivó a mi y a mi madre, esa fuerza lo que nos lanzó a luchar. Lo que no mata, fortalece.

- ¿Qué espera que ocurra ahora?

- Hay muchas personas inocentes, aquí en el estado de Chihuahua. Los jueces si les ordena el superior,  que les dice que lo sentencien, lo hacen sin pruebas, ni nada.  Que les hagan una auditoría para que miren que no más soy yo y son muchas las personas que están ahí. Dios quiera que este sea un paso para que otras personas que se encuentran en algo como yo, encuentren una salida.

- ¿Cuál es su sueño?

- Una cosa que me gustaría mucho hacer es ayudar a gente que está como yo, si se puede. Ayudarles en su lucha, darles palabras de aliento de perdido. Eso si me gustaría mucho ayudar, más por que ya estoy del otro lado, conozco el sistema, las personas, hay gente que está injustamente encarcelada.

- Sus ojos han pasado de brillar felicidad a estar llorosos... y ahora llora. ¿Por qué, Israel?

 - Porque conozco a muchos inocentes. Dicen que en la cárcel y en el hospital conoces a tus amigos, pues sí.

Israel Arzate saliendo por primera vez, ya libre, para dar unas breves declaraciones a los medios. Siete de la tarde.

Arzate, a las siete y media de la tarde,  abandonando el arraigo para encaramarse a un carro que lo llevaría al aeropuerto.

Berta Camacho, Luz María Dávila y Arceli Medrano protestando por la liberación de Arzate.  " Es una burla", asegura Luz María Dávila, con la foto de sus dos únicos hijos asesinados.  


**** Si quieres saber más del caso:

 Tortura para fabricar culpables y resolver rapidito una masacre: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2011/11/tortura-para-fabricar-culpables-y.html

"Me torturaron para confesar", reportaje en PDF:  https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=gmail&attid=0.1&thid=12e536194b780c2f&mt=application/pdf&url=https://mail.google.com/mail/?ui%3D2%26ik%3De93b4aa23c%26view%3Datt%26th%3D12e536194b780c2f%26attid%3D0.1%26disp%3Dsafe%26realattid%3Df_g5rn2ltm0%26zw&sig=AHIEtbQqRv_dVXNJGRnuik829XgaN7FHZg


Varias notas más del caso de Israel Arzate y de la masacre de Villas de Salvárcar sumergiéndote en este blog.

Las organizaciones defensoras de Israel prepararon un documental:  http://vimeo.com/77810822



¿Dónde están los huesos que le mostraron de su hija desaparecida y víctima de feminicidio Jessica Leticia Peña?

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Contó los huesos. Uno por uno. Le faltaban cinco. Miró la dentadura y gritó. No era su hija. Ni lo que quedaba de ella. A Mari García le mostraron 26 huesitos el día que identificaron a su Jessica Leticia Peña García, desaparecida  a los 15 años de edad el 31 de mayo de 2010: "el cráneo sólo tenía un cachito, la dentadura no era, la de mi Jessi era muy bonita":
http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2012/02/un-ataud-en-la-fiscalia-con-los-huesos.html

Primera exhumación: es 14 de agosto del 2013. Y lo que Mari García sospechaba, se cumple. Los huesos que enterró hace un año y medio no eran los que ahora le muestran en un féretro enterrado en la arena del desierto.
Pensaba añadir un trocito de huesito que las autoridades le notificaron este mes de mayo que también era de su niña asesinada: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/05/un-hueso-mas-de-su-hija-jessica-leticia.html
Pero este hueso fue entregado en julio y por confusión a María Jáquez, la mamá de Yanira Fraire, y los restos de Yanira, de también 15 años, fueron incinerados por deseo de la mamá de Jessica Leticia, que pensaba que era el huesito que le notificaron en mayo y que rezaba en una urna las cenizas de otra desaparecida pensando que eran las de su hija: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/07/todo-para-poder-enterrar-su-hija-yanira.html

La mamá de Jessica Leticia pensó que por fin estaba a punto de enterrar otro hueso más de su hija Jessica Leticia, pero sintió ese instinto que sólo sienten las mamás. Que lo que finalmente se enterró en aquel ataúd -que estaban a punto de abrir para añadir otro hueso- no era su hija. Y exigió ver todos los huesos: tampoco esa tumba que rezaba,  ahorrando dinero para tomar varias rutas y arriesgando su vida caminando por calles sin pavimentar ni alumbrado público, era su hija.

Desde que comprobó que lo que enterró no era su pequeña desaparecida a los 15 años de edad, Mari se ha ido derrumbando. La misma mujer que con aquel ataúd blanco -que creyó tener los restos de su hija- que se plantó delante de la Fiscalía para pedir justicia, hoy no se reconoce, entre pastillas para luchar contra la tortura latente de no saber no sólo quién desapareció y mató a su hija, sino de saber que había estado rezando un féretro y, después, unas cenizas que no pertenecían a su hija.

Ahora, que ya han pasado tres meses de la primera exhumación, puede conversar. Acaba de exhumar de nuevo los huesos y está más tranquila. Quizá porque se comprobó lo que su instinto sintió: que esos huesos no son de su hija, según los resultados genéticos.

Hace tres semanas, que la mamá de Jessica Leticia Peña va viendo un poco la luz.  Siente que está más cerca de su hija: en huesos. Parece ser que los restos de su pequeña -que ella reconoció antes de ser enterrada, por esa dentadura perfecta- están enterrados en el estado de Durango. Las autoridades le afirman que fue sepultada en lugar de Lizbeth Avilés García, de 17 años. Y piensa en su mamá, en el laberinto impune de huesos e incógnitas: de tortura prolongada que se enfrentará a vivir.

Mamás de desaparecidas, "artesanas" para conmover corazones que las encuentren vivas

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Tardó tres días en hacerla. Antes, pensó en el diseño. Sería grandota. Y verde, como el color de la esperanza. Poco después comenzó a buscarla en los mercados, en las tiendecitas. Tenía que ser la más hermosa, como su hija Nancy Navarro: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html

La encontró. Era una esfera de color rojo. Había que pintarla, de verde. Siempre, de verde. No quería agarrar la pintura, ni modo: repitió el proceso varias veces. Cuando estuvo bien seca, comenzó con un pincel a darle esplendor con dorados. Y pegó la foto de su pequeña.

A la vez, comenzó a preparar otras dos bolitas con material de espuma. Escribió el nombre de su hija: Nancy Navarro. La fecha en la que desapareció hace más de dos años: 13 de julio de 2011 y edad: 18 años. A un costado, su grito: "Vivas se las llevaron, vivas las queremos".

Llegó el día. Se reunió con otras mamás que sienten lo mismo y convierten su rabia en lucha. Como Perla, la mamá de Jocelyn Calderón Reyes, desaparecida hace casi un año, a los 13 años de edad:
http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/05/el-pastel-es-para-ti-jocelyn-calderon.html

Perla le enseñó las esferas de espuma que había estado trabajando, acompañada de otros tres familiares de desaparecidas. Fueron 140, en dos días de trabajo intenso. Por todas las mamás que no pudieron reunirse.

"Significan nuestras hijas que no las tenemos en esta Navidad. Decirles a las autoridades que no tienen que estar en esa foto, que tienen que estar con nosotros", comenta la mamá de Jocelyn.

Juntas fueron a las Fiscalías, la General y la de Mujeres, para llevarles a sus hijas: en esferas y cartulinas que surgían de un pino de Navidad y de dos cartones convertidos en arbolitos.


"En todas las casas, en estas fechas, se pone un pino. Queríamos ponerle uno con las esferas para que vean todo el trabajo que tienen que hacer, sus caritas, y no hay resultados positivos. Aunque ellos dicen que de diez niñas que desaparecen, encuentran nueve, ¿por qué las de nosotros nunca aparecen?", exclama Lucy, la mamá de Nancy Navarro.

"Si tienen un poquito de corazón, (las autoridades) tienen que chambear, como que no les interesa, son unos inhumanos, son veinte años de desapariciones en Ciudad Juárez".

En la Fiscalía General del Estado hay ahora un pino de cartón, verde, pegado en los cristales.  Como en la Fiscalía de Mujeres donde además se encuentra amarrado en las rejas, con una cinta amarilla, el pino natural con las esferas que recuerdan que para ellas no hay Navidad.

En unos días, Lucy, irá a ver cómo está la esfera de su Nancita. "A lo mejor se me despinta (con la lluvia), voy a forrarla con hule de plástico para que no le haga nada el agua".




***** Ráfagas de terror en las principales avenidas de Ciudad Juárez: en Cuatro Siglos, Antonio J. Bermúdez, Tomás Fernández,  Trabajadores de fábricas maquiladoras en pánico. Niños, también. Dos asesinados, más dos heridos, por ahora. Para las autoridades, esto es paz (con balas).
El Consulado de Estados Unidos en Juárez alerta de los peligros de viajar a la ciudad y recomienda no hacerlo y de viajar, no acudir a lugares públicos como restaurantes y comercios. 
La mayoría de los empresarios y las autoridades -con fuertes intereses en el sector económico- están molestos con la alerta consular, que se aleja de sus esfuerzos de cambiar la imagen de la ciudad pero no la realidad inmediata ni la más profunda. Como viene ocurriendo con las desapariciones de niñas y jovencitas (pobres y bellas): con la negación de esta realidad que no sólo continúa por veinte años, sino que se ha disparado.
Juárez Vive (como reza el lema del gobierno): menos para los que son asesinados.

¿Qué hace una madre cuando sabe que siete estudiantes de la escuela Incomex (Ecco) -a la que iba su hija desaparecida- fueron asesinadas?

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 A Yolanda, mamá de Janeth Paola Soto Betancourt, las autoridades le impidieron denunciar la desaparición de su hija,  estudiante de Incomex.  ©Judith Torrea 

Lo consiguió. En dos semanas su hija se graduaría (con excelentes calificaciones).  La primera en la familia en superar la barrera de la preparatoria. Un año y seis meses de computación e inglés: a 180 pesos a la semana. Por estudiar, por tener otro futuro. Por... ¿desaparecer?

Yolanda tiene una hija: Paola Janeth Soto Betancourt. Pero ahora no la tiene. Sabe que la tiene, pero es como si no la tuviera. O peor.

Hay sueños hermosos que se convierten en pesadillas agónicas. Esto es lo que le pasó a Yolanda, una trabajadora de maquila de 44 años de edad: casada con otro operario al que conoció también en la maquila al emigrar a los 18 años a Ciudad Juárez, de su natal Durango: en busca del sueño: de poder sobrevivir en un México marcado por la desigualdad social, la pobreza en un país inmensamente rico, la corrupción y la falta de estado de derecho.

El sueño más reciente de Yolanda, hasta el 23 de mayo del 2011, era que su hija se graduara. Pero el sueño cambió esa misma tarde de hace cuatro años. Concretamente entre la 1 de la tarde y la 1,30pm.

Al parecer, a la una de la tarde, Paola Janeth Soto Betancourt, una chica reservada y alegre de 19 años, ojos oscuros y cabellos teñidos del color de los girasoles, salió de la escuela Grupo Incomex Centro de Computación, en el número 138 de la calle 16 de septiembre, en la zona centro de Juárez.

¿Qué es lo que pasó en esos 30 minutos? ¿Por qué aún no ha llegado a su hogar en la colonia Ciudad Moderna? Es lo que se preguntan e intentan averiguar Yolanda y su esposo Martín, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada mes de los últimos cuatro años de sus vidas.

Lo primero que hizo Yolanda fue llamar al celular de su hija: apagado. Después, insistió, e insistió. Y cuando no pudo más, habló a su esposo. Juntos fueron a la escuela. No alcanzaron a encontrar a nadie que les pudiera dar una pista.
Se encaminaron hacia la calle Miguel Ahumada, en busca de la parada de la ruta 5A, que su hija tomaba para estudiar, y nadie la vio. En el camino, se toparon con retenes del Ejército y miembros de la Policía Federal enviada por el ahora ex presidente Felipe Calderon en su llamada guerra contra el narcotráfico.
Y ella comenzó a preguntarse que "qué casualidad que nadie la miró en la calle, qué pasaría. Con tanta policía y soldados que había y qué casualidad que nadie supo nada. Ya no haya ni uno ni qué pensar, si ellos se las llevaron, si están aliados con los que se las llevaron, no sabemos".

Llamaron a sus amigas. Fueron a casa de la familia de su novio -que ya no es su novio, porque en estos 4 años de espera ha contraído matrimonio y ni se lo ha podido decir porque... ¿Cuál es la mejor manera de decirle a tu novia desaparecida que te casas con otra... si no contesta su celular, si no vive en la misma casa, si ya no va a la escuela, si nadie más de su familia y amigos la ha vuelto a ver?

Al día siguiente, los padres de Soto Betancourt regresaron a la escuela Incomex. Ningún dato más. Así que decidieron ir a la Fiscalía, a poner la denuncia para que todas las fuerzas de seguridad realizan retenes constantes estén alerta y no sólo comiencen a estar atentos si la ven sino que sean activos en su búsqueda.

"Ese día no me quisieron agarrar la denuncia", recuerda Yolanda, madre de cinco hijos, dos de ellos inmigrantes en Los Ángeles, otro de 15 años y el más pequeño, que tenía 6 meses cuando desapareció su hermana, de ahora 5 años.

- Váyase, yo creo que está con el novio, ahorita no les va hablar porque está muy contenta...
- Cómo puede ser posible que usted me haga eso... si fuera su hija...
- Váyase señora, al rato ella le va a hablar, cuando a ella se le pase el amor, ella les va a hablar.

Su hija nunca volvió a llamar. Ella esperaba que aquellas palabras del agente del ministerio público de la Fiscalía fueran ciertas. Pero sentía que ella estaba en peligro. La buscó, la volvió a buscar, parecía que ya no quedara ni un lugar de Juárez para encontrarla. "Fuimos hasta las garitas del Ejército en el Kilómetro 20.  Anduvimos recorriendo que no hallábamos dónde", recuerda Yolanda.

Semana tras semana volvía a la Fiscalía para interponer la denuncia por desaparición. Sin suerte: sentía que se moría, que se partía en dos, en cuatro, en minúsculos pedazos. Aunque con el tiempo ha comprobado que para nada sirve denunciar a las autoridades que una niña, una jovencita, una hija haya desaparecido: porque a las que desaparecen, de verdad, nunca las han encontrado con vida  en los veintiún años de desapariciones en Ciudad Juárez. Y si las encuentran, aparecen sólo unos huesitos.

Pasaron los días, las semanas, el mes y casi dos meses hasta que llegó el 13 de julio del 2011 -una fecha en la que desapareciera otra joven, Nancy Ivette Navarro Muñoz, y en donde tampoco se activó el Protocolo Alba de búsqueda hasta que su familia realizó una protesta para presionar a las autoridades a que hicieran su trabajo, buscarla-.
Ese día, los padres de Janeth Paola Soto Betancourt fueron a poner el reporte de desaparición, a intentar que su hija a la que parecía que "la tierra se la hubiera tragado" fuera al menos visible para las autoridades. En la explanada de la Fiscalía se encontraron con un hombre que portaba la foto de su propia hija, por entonces desaparecida. Este hombre se llama Ricardo y su hija es Mónica Janeth Alanis Esparza, desaparecida y ya encontrada en huesos. Iba acompañado de una mujer, la activista Francisca Galván, que en ese momento no sabía que dos años después tuviera que pedir asilo político a Estados Unidos.
"Nos vieron desesperados, comenzaron a preguntar y luego les dijimos que no nos han querido agarrar la denuncia, y ahí fue Francisca a la Fiscalía".

Nada cambió desde que le permitieron realizar una denuncia, un mes y medio después de la desaparición de su hija. Sólo que ahora está en una pesquisa, con su foto y algunos detalles básicos.



Lo único que las autoridades han hecho para buscar a Janeth Paola Soto Betancourt es una pesquisa. ©Judith Torrea

La escuela donde estudiaba Janeth Paola Soto Betancourt comenzó a llamarse Grupo Incomex Centro de Computación hace más de una década. Antes era la Ecco. Cuando se supo que varias de sus estudiantes habían desaparecido y se encontraron violadas, mutiladas y asesinadas le cambiaron de nombre a Incomex. Y la vida de esta escuela siguió, como si nada. Con este simbólico hecho, se sigue la tradición de las autoridades de Juárez que se esfuerzan en cambiar la mala imagen de la ciudad, pero no la realidad que la provoca.

"Yo no sabía nada de desapariciones. Nunca imaginé que las desaparecieran de esa escuela. Me siento muy mal, si hubiera sabido que de ahí se habían desaparecido otras muchachas, te lo juro que nunca le hubiera dejado ir a esa escuela. Y ya cuando una ya sabe es tarde...", comenta la mamá de Soto Betancourth.

Esta madre señala que son tres las muchachas de la escuela de cómputo que también desaparecieron. Pero revisando mis archivos compruebo que al menos son siete las jóvenes desaparecidas que eran estudiantes de Ecco-Incomex en Ciudad Juárez, todas pobres, hermosas. Algunas de ellas también trabajaban en fábricas maquiladoras:
Tres de las estudiantes de esta escuela fueron encontradas violadas y mutiladas en el cerro del Cristo Negro el 16 de febrero de 2003. Ellas eran:
Juanita Sandoval Reyna, de 17 años y desaparecida el 23 de septiembre de 2002.
Esmeralda Juárez Alarcón, 16, desaparecida el 7 de enero de 2003.
Violeta Mabel Alvidrez Barrios, de 18 años, y desaparecida el 4 de febrero de 2003.
Pero no fueron las únicas en aparecer asesinadas en este cerro de la muerte. Un total de seis desaparecidas fueron halladas asesinadas entre octubre el 2002 y febrero del 2003.

Otras tres estudiantes de la misma escuela a la que iba Janeth Paola Soto Betancourt fueron encontradas muertas en el Campo Algodonero, en noviembre del 2001, donde se descubrieron restos de ocho jovencitas desaparecidas.
Ellas eran:
Mayra Juliana Reyes Solís, 16, desaparecida el 25 de junio de 2001.
María de los Angeles Acosta Ramírez, 19,  desaparecida del 25 de abril de 2001.
Esmeralda Herrera Monreal, de 19, desaparecida el 29 de octubre de 2001.
Y una más, Liliana Holguín de Santiago, 15 años, desaparecida el 13 marzo de 2000 y encontrada asesinada el 28 de junio del mismo año, en las faldas del Cerro de la Bola.

La misma escuela Ecco-Incomex también tiene tres estudiantes más desaparecidas, pero en su sucursal de la ciudad de Chihuahua:
Erika Noemí Carrillo Enríquez, de 20 años, más de quince años de desaparecida, desde el el 11 de diciembre de 2000.
Paloma Angélica Escobar Ledezma, 16 años, desaparecida el 3 de marzo de 2002 y encontrada asesinada el 22 de marzo de 2002.
Neyra Azucena Cervantes, 18, desaparecida el 13 mayo de 2003 y encontrada muerta en los Cuernos de la Luna, en agosto, según datos de las autoridades.

Para Yolanda, la mama de Janeth Paola Soto Betancourth, está claro que la escuela donde estudiaba su hija debe de ser investigada. Pero todavía no ha podido convencer a las autoridades a que sigan esta línea.

"En estos cuatro años, ya no sabe uno ni qué hacer, ni una pista uno tiene. Que no sepan nada, que vean nada, yo no sé por qué no se ponen a investigar, a buscar. Si uno pudiera y si tuviera más recursos.. uno la busca, pero ellos no: no más están sentados a que les lleve uno".

Ahora, después de tanto insistir, la nueva agente del ministerio público que lleva su caso, está leyendo el expediente, y tomando algunas medidas:

"Apenas están viendo el teléfono de mi hija, a quién habló antes de desaparecer. Ya son cuatro años (de la desaparición) y es que van muy atrasados, no se mueven, no se hacen nada. Se le figura a uno que no quisieran trabajar, como que no se quiere que se sepa nada y uno le da vueltas a la cabeza... ".

Y ella es pregunta: "¿por qué?" -como todas las madres de desapariciones y víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez, desde hace veintiún años-. Ahora el sueño por el que emigró a Ciudad Juárez es otro.

Cuando sonreír, duele: el cumpleaños de una mamá de desaparecida en Ciudad Juárez

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Lucy con su hija desaparecida Nancy Navarro, en una foto/ ©Judith Torrea  ...................................            


Le duele tener que sonreír: cuando por dentro se está desgarrando. Con unos labios que intentan dibujar normalidad y unas pupilas dilatadas por lágrimas a escondidas, me dice:

"No puedo explicarle cómo cambió totalmente mi vida, yo creo que para siempre".

Hoy es el cumpleaños de la mamá de Nancy Navarro Muñoz, desaparecida hace casi cuatro años, un 13 de julio del 2011. Tenía 18 años, cuando partió de su hogar en la devastada colonia Francisco I. Madero con los documentos para solicitar trabajo en la zona centro de Ciudad Juárez y no se supo más:
http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html).
Y Lucy, su mamá, que recibe sus 41 años sonríe mucho más, por sus niños. Y le duele, aún más.

"Mi hija siempre, aunque no tuviera dinero, buscaba qué regalarme un detalle, una carta, una flor, que eso significa más que un enorme regalo. Es algo que no se olvida".

El atardecer de Juaritos, con sus rojizos que envuelven al grandote cielo, comienza a jugar también con los anhelos. A la mamá de Nancy Navarro le acompañan sus otros tres hijos de 17, 11 y 9 años, y su nieta Brianita, de 5la niña de Nancy, que cuando tenía un año y tres meses dejó de recibir los apapachos de su mamá, desde entonces desaparecida.

En la mañana le cantaron las mañanitas. "De las mamás (de desaparecidas), muchas felicitaciones. Me siento bendecida, porque tengo a mi familia de sangre y mi familia de dolor, que también por esa parte me mandaron muchos mensajes".

Cocinó unos taquitos de pollo en su casita de bloque de dos recámaras, incrustada en una colina arenosa del desierto, junto a un arroyo seco que cuando llueve se convierte en un peligroso.
De sorpresota, su esposo le llevó con toda su familia a saborear una nieve, al centro de Juaritos.
E intentó olvidar que en esa misma área de la ciudad desapareció su hija, como muchas otras desde hace veintiún años, una zona de la que no puede escapar: punto de conexión de las pésimas y escasas ruteras (viejos autobuses escolares estadounidenses desechados en el vecino país, EE.UU, para el uso y utilizadas en Juárez como transporte público) y donde se concentra el mercado Reforma, puestos de baja calidad, dudosos negocios, prostíbulos baratos, edificios en ruinas, además de la Catedral con su Virgen de Guadalupe, de la que es devota.

En el centro histórico también es donde su adorado esposo trabaja como mesero, en un restaurante humilde. En dos semanas, cumplirán veinticuatro años de casados. Él, como cada año, le regalará probablemente una flor, quizá también un peluche lindo, y una tarjeta con un mensaje de amor y agradecimiento. Sobreviven porque saben que "en la tristeza hay que hacer lo más bello de ella".

Al soplar su vela de cumpleaños en un pastel de tres leches, típico en México, que su niña de 11 años le obsequió, sonríe. Es chico: apenitas les llega para probarlo entre todos. La pequeña Brianita guarda un trozo para su mamá desaparecida, que está presente en cada rincón del hogar y en cada conversación de niña que espera compartir todo lo que esta viviendo con su mamita Nancy.

Quisiera que su regalo, al celebrar un año más de vida, fuera su primogénita desaparecida. "Uno se sienta y ve las velitas y pide en deseo. Nosotros siempre estamos pidiendo ese deseo, como que en el cumpleaños se pide con más fuerza", afirma Lucy, que tras trabajar en una fábrica maquiladora, se dedica a limpiar casas para disponer de más tiempo para buscar a su hija. Lo que en Juaritos significa hacer la chamba que las autoridades no hacen.

**** Cuando Nancy Navarro desapareció en el centro de Juárez -la zona más concurrida y bulliciosa de la ciudad, colindante con el puente fronterizo de Santa Fe, por el que se cruza a El Paso (Texas)- esta área estaba inundada de miembros del Ejército y la Policía Federal, que convivían con la pandilla de Los Aztecas, del Cártel de Juárez, que controla esta zona. Con la llegada de estas fuerzas de la (in)seguridad, enviadas por el ahora ex presidente Felipe Calderón en su llamada guerra contra el narcotráfico no sólo se dispararon los asesinatos, sino también las desapariciones de niñas y jovencitas. Como en todos los casos de desaparición, las fuerzas de seguridad no sólo no previenen ningún tipo de delito sino que nunca ven cómo se llevan a las jóvenes, aumentando la hipótesis de su complicidad en las desapariciones. Al paisaje de "seguridad" se sumaba la Policía Municipal, con sus rondines frecuentes.

En estos casi cuatro años de agonía de la espera, las autoridades no han ofrecido ninguna pista a la familia. En su carpeta de investigación no hay adelantos, más que a veces las sugerencias que la mamá de Nancy Navarro les da para que la encuentren viva y que nunca han sido atendidas. Recuerdo que las autoridades no activaron el Protocolo Alba de búsqueda para Nancy Navarro Muñoz hasta que su familia -desesperada por la indiferencia de las autoridades- realizó una protesta, una semana después de su desaparición: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/buscando-su-hija-nancy-navarro-de-mama.html


Le advirtieron con meterla a la cárcel si denunciaba la desaparición de su hija Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, y en 4 años las autoridades no tienen ninguna pista

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Anita, mamá de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, con el cártel de recompensa. ©JudithTorrea


- Qué le ha hecho a su hija, por qué se ha ido de la casa, le increpa el agente ministerial en la Fiscalía.
- Nada, por eso estoy aquí, que me ayuden a saber de ella.
- ¿Sabe que si encuentra pronto a su hija puede ir al bote, por omisión de cuidados?

Ella se enoja. Doce horas intentando reportar la desaparición de su niña:

- Dígame si me va a tomar la denuncia o no, no me haga tanto esperar para que me arrepienta de poner la denuncia. Búsquela y me la trae y después me hace todos los cargos que quiera.

Han pasado 4 años, de aquel 8 de julio del 2011: Anita, la mamá de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, solicita a la una y media de la madrugada, la ayuda de las autoridades. Ya no sabe qué hacer.

"Como a las 6 de la tarde se me hizo un poco tardecito que no llegara. Estaba inquieta y cerquita de las 7 me fui a esperar la ruta. Jessi no traía celular. No llegó y pensé que empezó a  trabajar: hay algunas tiendas que cierran a las ocho y media. Cuando no llegó, le dije a mi hijo: Ve a por tu papa, vamos a buscarla en el centro... se me hace tarde. Y nos fuimos sin rumbo, a recorrer todas las calles para ver las rutas y buscarla por todos los hospitales, albergues, ver si estaba detenida".

Madrugada, va a la Fiscalía: abierta veinticuatro horas al día. Intenta interponer una denuncia por desaparición y que activen el Protocolo Alba de búsqueda. Sabe que cada hora que pasa hay menos posibilidades de recuperar a su hija, que está en peligro. Le dan cita para nueve horas después, para las 10 de la mañana. A las 12 del mediodía, finalmente, la atienden y le amenazan con "meterla al bote", a la cárcel, si realmente su hija no ha desaparecido y realiza una denuncia.

La Fiscalía le asigna un investigador, que lo primero que hace es acompañarla a pegar pesquisas con el rostro de su hija.

"Y según ellos empiezan a buscar.  Cuatro años han pasado y no hallan ni una sola línea de investigación definida. Nada, ellos no han logrado absolutamente nada, los pocos datos que tienen son porque yo se los he llevado. Yo les he llevado datos de domicilios, de nombres de personas. La investigación la he estado haciendo yo, y en donde no puedo entrar, les pido auxilio".

Jessica Ivonne Padilla Cuéllar: 16 años cuando desapareció. Sus padres, un operario de una fábrica maquiladora y una comerciante independiente por catálogo.  La última vez que la vieron fue el 8 de julio del 2011. Jessi, como la llaman en casa, ha finalizado el cuarto semestre en la preparatoria Río Grande, de la colonia El Granjero. Sueña con estudiar medicina.

Diez y media de la mañana. Jessi sale de su hogar en la azotada colonia López Mateos hacia el centro de la ciudad, una de las zonas más vigiladas por el Ejército y la Policía Federal, enviadas por el ahora ex presidente Felipe Calderón en su llamada guerra contra el narcotráfico. La joven lleva una carpeta con solicitudes para trabajar y así comprarse el uniforme y los útiles escolares.

"Jessi anduvo por varias tiendas en el centro, buscando trabajo, por tres días: martes, miércoles y el jueves ya no regresó. Ella estaba muy entusiasmada. Siempre fue una niña que siempre quiso apoyarnos como familia", recuerda Anita, de 48 años, madre de 3 hijos y abuela de cuatro, a los que cría como si fueran sus niños.

Sobrevive con la esperanza "de volverla a tener con nosotros, que nos mantiene fuertes. Si me dejo caer, me enfermo y no puedo estar alerta lo que pasa alrededor de Jessi y tengo que estar pendiente del resto de la familia. Si estoy comiendo, me pregunto si estará comiendo. A la hora de despertarme, lo mismo. Si voy a dormir, pienso en mis otros hijos y pienso también en ella, que me falta ella. Es imposible de quitármela de la cabeza. Nadie la olvida, ni los niños chiquitos siempre están hablando de Jessi, haciendo oración por ella. La bebé (nieta) tenía 7 meses cuando desapareció y ahora tiene 4 años, ella hace sus oraciones y siempre pide por ella".

Lo peor es "esa espera que no tiene fin, que no llega, que no sé cuando voy a terminar" y que ella combate con entereza:

"No me cierro a la realidad, pero también sé que el único que me sostiene de pie es Dios, por medio de su hijo Jesús. No puedo cerrar los ojos a esa verdad, no me la puedo pasar quejando. Sí que se vive un duelo, pero también tengo muchas cosas cada mañana por qué sonreír, por qué dar gracias y dormir en paz. Por eso, tengo que estar de pie, para cuando mi hija regrese".


Borran cruces símbolo del feminicidio o la "guerra" para que el Papa Francisco sepa o no sepa lo qué está pasando en Ciudad Juárez

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Las cruces del feminicidio que fueron borradas por empleados del municipio. En la foto, todavía con pintura fresca hacia las 8:40 de mañana de hoy martes 16 de febrero./ JudithTorrea 

La "guerra" para que el Papa Francisco sepa o no sepa qué está pasando en Ciudad Juárez se intensificó en la víspera de su llegada, incluso en simbólicas acciones que denotan una realidad compleja y brutal.

Esta mañana, los empleados municipales del servicio de pintura de Ciudad Juárez tuvieron una nueva prioridad. Tras unas semanas intensas de trabajo -para dar una manita de gato a las calles por las que pasará el Papa Francisco y los más de mil seiscientos periodistas que cubrirán la esperanzadora visita- tuvieron que asumir una nueva carga y prioritaria para las autoridades: borrar unas cruces negras en fondo rosa -símbolo de los feminicidios de niñas y jovencitas en Juárez- y que mamás pintaron ayer bajo la intimidación de policías municipales que les tomaron fotos y les pedían sus nombres.

Pasaditas las ocho y media de la mañana, unos cuatro o cinco trabajadores de mediana edad se encaramaron en un troquita vieja blanca, tipo chevrolet, con botes de pintura, tras cubrir con pintura roja o gris las cruces.

Ahora, sobre la avenida Tecnológico, a la altura de la Iglesia de San Sebastián -que estos días cobija a más de cien soldados- hay cruces borradas con pintura, algunas con pintura roja, como el horror de la sangre que tiñe la indiferencia de veintiún años de desapariciones de niñas y feminicidios en Juárez.

La guerra entre las autoridades, empresarios y una iglesia católica cercana al poder -decididos en cambiar la imagen de la ciudad, pero no la realidad que la provoca- y las personas con menos recursos económicos que la sufren. 

Juárez ha pasado de ser la ciudad más peligrosa del mundo -durante la llamada guerra contra el narco del ahora ex presidente Felipe Calderón- a convertirse en la ciudad dolor: de más de 14 mil niños huérfanos que corren el riesgo de convertirse en los sicarios del futuro, de familias que intentan sobrevivir a las más de 11 mil personas asesinadas en cinco años, entre los padres de niñas pobres desaparecidas que siguen buscando a sus hijas en la indiferencia de una sociedad, que tras veintiún años de feminicidios han pasado a ser parte del paisaje irremediable.

Lo único que parece no haber cambiado tras la llamada guerra contra el narco en esta ciudad, de oficialmente un millón 300 mil habitantes, es que Juárez sigue siendo el principal cruce de drogas hacia Estados Unidos, además de la impunidad en el 97 por ciento de los crímenes, la corrupción y la desigualdad social.
Juaritos es la de los atardeceres mágicos como sus gentes chambeadoras, soñadoras y alegres.
Desde los años 70, es también paradigma del capitalismo, de empresas maquiladoras de capital extranjero que crean la riqueza del primer mundo a precios del tercero, donde el ser humano deja de ser un ser para convertirse en un trabajador sin derechos.

Con operarios que viven en un círculo de pobreza a pesar de tener un trabajo, en una ciudad donde el transporte público es pésimo y casi inexistente, donde el 40 por ciento de las calles son de arena del desierto, y el alumbrado público sigue siendo un lujo aún por las zonas donde desaparecen niñas, y apenitas hay secundarias en las colonias más pobres.


@JudithTorrea


@JudithTorrea


Cuando mañana miércoles 17 de febrero el Papa Francisco pase por esta avenida quizá alcance a ver una cruz negra sobre fondo rosa en un poste amarillo. Es la huella que, por el momento, queda intacta porque los trabajadores del municipio carecían de este color de pintura para pintar el poste. Y el grito de los padres de desaparecidas al Papa Francisco, que buscaron entrevistarse con él. La misa la seguirán en la última fila preparada con sillas, la zona roja C3, del altar preparado en la antigua feria de Juárez, ahora llamado "El Punto", a unos metros del Río Bravo, en México, el Río Grande en Estados Unidos.


@JudithTorrea



En la tarde, tomé esta foto que expresa dos visiones opuestas de una misma realidad. En primer plano, el gobernador del estado de Chihuahua, César Duarte (PRI). El señor con la manta rosa es José Luis, el padre de Esmeralda Castillo Rincón, que desapareció a los 14 años de edad, un 19 de mayo de 2009.
En primera fila, las máximas autoridades del estado, desde el alcalde hasta el fiscal, pasando por empresarios.


El padre de Esmeralda Castillo Rincón, desaparecida a los 14 años, en Ciudad Juárez irrumpió silenciosamente en el discurso del gobernador de Chihuahua, César Duarte, tras la proyección de un documental sobre la recuperación de la ciudad donde no se mostraba la existencia de niñas desaparecidas ni feminicidios./Foto:@JudithTorrea


José Luis, padre de una niña desaparecida, intentó que su hija Esmeralda Castillo Rincón fuera visible en una protesta silenciosa mientras el gobernador realizaba un discurso. El papá nos contó, a periodistas acreditados en el centro Cibeles por la visita del Papa Francisco, que decidió irrumpir en el evento porque en un documental que se mostró sobre la situación actual de Juárez ni se había nombrado la desaparición de niñas  jovencitas, ni los feminicidios.

El documental "Juárez, la sociedad que respondió ante la ciudad más peligrosa del mundo" dirigido por el chihuahuense Jairo Sifuentes y financiado por el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (FICOSEC), formado por empresarios, mostraba que la recuperación de Juárez, con un descenso de los crímenes tras la guerra contra el narco, había sido lograda por la participación de la Mesa de Seguridad, que reunió a miembros de la sociedad civil, en su mayoría destacados empresarios y profesionistas, para buscar soluciones conjuntas. Y desechaba la convicción extendida que se finalizó la brutal violencia porque el Cártel de Sinaloa ganó la plaza al de Juárez, con la complicidad de las autoridades.

El evento finalizó bruscamente tras la intervención del gobernador. Las autoridades se fueron de estampida, mientras los periodistas hablábamos con el padre de una niña desaparecida que ayer pintó las cruces borradas.

La presentación tan esperada por las autoridades y empresarios, para mostrar que Juárez Vive (el lema del gobernador) fue arruinada por la realidad.


Agentes de la policía municipal insistieron en saber los nombres de los padres que pintaron el lunes cruces de feminicidio. /@JudithTorrea
Las cruces que hoy fueron tapadas con pintura roja o plateada, fueron pintadas ayer por madres y activistas./@JudithTorrea

"Al Papa le faltaron agallas, ganas o no lo dejaron en Juárez"; o cómo Francisco dejó en último plano en Juárez las desapariciones y feminicidios, la tragedia que el gobierno de México intenta ocultar

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El Papa Francisco denunció los temas claves de un México herido como nunca se ha atrevido ningún Papa y  menos un jefe de estado como él lo es del Vaticano. Ofreció soluciones para reconstruir un país con esperanza pero azotado por la desigualdad social, la opresión contra los pobres e indígenas, la corrupción, la explotación laboral, el narcotráfico y la violencia. Pero en una Juárez que sufre las desapariciones de niñas y feminicidios por más de veintiún años, esta tragedia la nombró en una sola frase y una palabra. Así vivieron su visita los que esperan una noticia para encontrarlas vivas y justicia:  


Estas fotos de las mamás de las desaparecidas las tomaron ellas.  El celular no funcionaba en el recinto acondicionado para la misa del Papa Francisco, así que no pude localizarlas. Les pedí permiso para publicar sus fotos en esta entrada de mi blog. Gracias!/@CortesíaMamás

Anita Cuéllar sabe lo que es la espera. Cuando comenzó hace cuatro años a recorrer las iglesias de Ciudad Juárez para rogar que en las peticiones de las misas se nombraran a las desaparecidas (como es habitual con enfermos o personas fallecidas, entre otros) empezó a cuestionar su iglesia católica, de cuya religión es ferviente devota.

Lo más desesperanzador fue escuchar a algunos sacerdotes cómo en plena eucaristía ordenaban a las mamás de desaparecidas que retiraran las mantas que colgaban de sus cuerpos con el rostro de sus hijas o las culpabilizaban de la desaparición de sus hijas, siguiendo el discurso de las autoridades.

En la Catedral de Ciudad Juárez, en las misas oficiadas por el vicario, el padre Fernando Valle protagonizó desde el altar algunas de estas situaciones, que pude observar. Las madres lloraban por su reacción pública tras haber acudido a rezar para encontrar a sus hijas con lo poco que les queda de ellas: sus fotos.

"Hay padres que ya han perdido la fe, porque la misma iglesia nos ha volteado la espalda", asegura.

Las estadísticas acompañan el pensamiento de esta mamá. Si hace diez años el 82 por ciento de la población de Juárez era católica, ahora lo es un 69 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEGI). En esta ciudad de poco más de un millón 300 mil habitantes se profesan 170 doctrinas, donde van ganando terreno los evangélicos, que han sido más activos a la hora de ayudar a personas más vulnerables.

Anita tiene 49 años y cinco hijos. La mujer de voz dulce que vende productos de belleza por catálogo para poder poner pesquisas de su hija por toda Juárez, lleva 4 años esperando saber dónde está su hija, qué pasó con su pequeña.

Jessica Ivonne Padilla Cuéllar desapareció a los 16 años de edad, cuando fue a buscar trabajo a la zona centro.

Es una mujer de profunda fe y esperanza. Desde el 12 de diciembre, cuando el Papa Francisco confirmó públicamente que viajaría a Ciudad Juárez, ha intentado con varias mamás ver cómo lograban reunirse o, al menos, acercarse a él. Lo necesitaba su fe para no derrumbarse y su lucha, para que las autoridades le entregaran a su hija viva y no en un pedacito de huesos, como les ha ocurrido a todas las mamás de desaparecidas en Juárez en los últimos veintiún años de desapariciones de niñas y jovencitas.

Esperó con mucha alegría a que llegara el día de hoy, miércoles 17 de febrero. Salió de su casita temprano. Anita estaba enferma de su estómago y un poquito débil de salud, pero feliz.
Caminó por las calles de arena de desierto de su colonia, la azotada López Mateos, para poder tomar una rutera vieja (el transporte público pésimo y limitado) que le dejara lo más cerquita posible de El Punto: un terreno nombrado con este apelativo para la ocasión, que colinda con el río y la malla fronteriza que separa México de Estados Unidos donde se construyó un altar para celebrar la misa oficiada por el Papa Francisco.


Miles hicieron filas esperando durante horas poder entrar al recinto donde se encontraba el altar. Más de 5 mil soldados y federales se desplazaron hasta Juaritos durante los días previos a la visita del Papa./ @JudithTorrea


Al intentar pasar el acceso de seguridad hacia el terreno, un agente le advirtió que no podía hacerlo con la camiseta que portaba, que la misa no era una manifestación. La camiseta tiene el rostro de su hija desaparecida.

"Para mí, sí es una manifestación", les imploró. "Les prometo que no voy a hacer escándalo. Estoy aquí porque tengo a mi hija desaparecida, porque soy católica y necesito la bendición del Papa".

Y la dejaron pasar.

A través de un sacerdote, consiguió una treintena de los codiciados boletos para que algunas de las mamás de las 89 niñas que están reportadas actualmente como desaparecidas, pudieran asistir a la misa. En la zona roja C3, sentada con varias mamás de desaparecidas, en una de las últimas de las 21 mil sillas de las más de 200.000 personas que habían sido invitadas.



Aquí podéis ver cómo el Papa Francisco, acompañado por el Obispo, ofrece en la cruz sus rezos silenciosos por los inmigrantes que mueren huyendo de la pobreza y la violencia. La vigilancia fue máxima, al fondo la plataforma que se levantó en EE.UU por seguridad./@JudithTorrea
El Papa Francisco caminó por un sencillo montículo coronado con una cruz levantado en apenitas una semana para ofrecer un ramo de flores blancas y rezar pidiendo un minuto de silencio por todos inmigrantes que mueren intentado cruzar hacia Estados Unidos. Lo hizo antes de comenzar una misa binacional, que sería seguida por más de 30 mil fieles del otro lado de la frontera desde el estadio de fútbol americano Sun Bowl, en El Paso, Texas.

Saludó a la multitud congregada al otro lado del Río Bravo, llamado Grande en Estados Unidos, bajo la mirada vigilante de los agentes de la patrulla fronteriza. Por ser el cruce más vigilado de la frontera es el de menor flujo para la inmigración sin papeles pero es, a la vez, el principal cruce de las drogas que viajan desde Colombia y otras zonas de Latinoamérica para que lleguen a los consumidores de Estados Unidos.

El primer gesto de Papa había comenzado, gestos sencillos y poderosos, mirando hacia un país que está en pleno debate para elegir a los candidatos que optarán a las elecciones presidenciales -en donde destacan extremistas en temas de inmigración como los republicanos Donald Trump y Ted Cruz- y que cada día deporta a inmigrantes indocumentados hacia México, centenares de ellos los deja varados en Ciudad Juárez.

 Su último acto en México, tras su gira de seis días por varias ciudades del país cuestionó fuertemente al poder político y al clero (aunque obvió directamente un tema al que en el pasado se había referido con contundencia y rechazo: la pederastia y los abusos sexuales que cometió el fundador de los Legionarios de Cristo, el padre mexicano Marcial Maciel, entre otros sacerdotes).


Francisco denunció los temas claves de un México herido como nunca se ha atrevido ningún Papa y  menos un jefe de estado como él lo es del Vaticano. Ofreció soluciones para reconstruir un país con esperanza pero azotado por la desigualdad social, la opresión contra los pobres e indígenas, la corrupción, el narcotráfico y la violencia.

Nunca había estado en una prisión como ésta. Sin duda, con condiciones más duras que las de los reos en la cárcel de mayor seguridad del corredor de la muerte de Hunstville, Texas, en donde he entrevistado durante varios años a diversos reos./@JudithTorrea

Estrechó su mano a reos de la prisión del Cereso estatal número 3, donde sigue controlado por el crimen organizado. En él están encarceladas personas pobres que canalizaron la falta de oportunidades en adicción a las drogas y violencia. Muchas de ellas son inocentes convertidos en culpables. Yo no pude asistir a este evento, sólo pude acceder a la misa, pero aquí os muestro la foto que tomé en el área de máxima seguridad meses después de producirse un motín donde murieron veinte prisioneros en una reyerta  para que os hagáis una idea del espacio que no se vio en la visita del Papa:  http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2009/11/tranquilidad-tras-20-prisioneros.html

El Papa les pidió a los reos que "hablen con los suyos, cuenten su experiencia, ayuden a frenar el círculo de la violencia y la exclusión" mientras cuestionó el sistema de encarcelamiento alejado de la rehabilitación.


Sostuvo un encuentro con empresarios, gerentes de las fábricas maquiladoras y políticos donde los sacudió con mensajes como:

"¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral o de tráfico de trabajo esclavo?".

"Esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia. No se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México".

"Todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro, que sea un espacio para construir sociedad y ciudadanía.... que va a transformar en una cultura capaz de promover espacios dignos para todos".



Recorrió las avenidas principales de Juaritos que, durante la llamada guerra contra el narco del ex presidente Calderón, fueron escenario de asesinatos impunes (más de 11 mil en cinco años que dejaron a más 14 mil niños huérfanos) y que fueron acondicionadas con pintura y brea para cubrir los enormes baches antes de su llegada: en una ciudad donde el 40 por ciento de las calles son caminos de terracería y arena del desierto.


@JudithTorrea


Cuando Francisco llegó al punto donde celebraría la misa poco después de las 4 de la tarde, lo llevaron muy rapidito en su vehículo sin que hubiera oportunidad para estrechar su mano con los fieles. Estos lo habían esperado durante varias horas con sed (se prohibió hasta la entrada de botellines de agua) y bajo ese sol de desierto que quema. Tampoco pasó por el pasillo más cercano al área que fue asignada para varias mamás de niñas desaparecidas, en la última zona con sillas, la roja C3.



@JudithTorrea


La primera zona fue ocupada por autoridades,  constructores y empresarios con sus familias. Delante de ellos,  se improvisó una hilera con niños enfermos y con capacidades diferentes, algunos de ellos escogidos al azar entre los que esperaban bajo el sol del desierto donde se batió el récord de calor, 29 grados centígrados, en pleno invierno.



El Papa Francisco, al fondo, en el altar oficiando la misa junto a más de 300 sacerdotes./@JudithTorrea
En la homilía comparó a Juárez con Nínive, la capital de Asiria (cercana a la actual Mosul, en Irak), el reino más poderoso del mundo en el año VIII antes de Cristo. "Una ciudad que se estaba autodestruyendo fruto de la opresión, de la violencia y de la injusticia", y a la que el profeta Jonás fue enviado para alertar de lo que pudiera ocurrir y se salvaron.

Como él, el Papa llegó a una ciudad dolor que fue considerada la más peligrosa del mundo. Donde no se han solucionado las causas que la provocaron. Continúan los asesinatos, aunque en menor medida, y las desapariciones. Sufre todas las consecuencias de la llamada guerra contra el narco en un clima de impunidad, que dejó más de 11 mil personas asesinadas en cinco años y más de 14 mil niños huérfanos; realidades que las autoridades olvidan en su propósito de cambiar la imagen de la ciudad antes que su realidad:http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2016/02/borran-cruces-simbolo-del-feminicidio-o.html

Francisco señaló que la injusticia se radicaliza entre los más jóvenes, que se convierten en carne de cañón perseguida cuando tratan de salir de la espiral de violencia.

 El tema central de su homilía fue la inmigración, como problema global.

"No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas".

"Esta crisis que puede medirse en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias".
"Son la pobreza y la violencia -del narcotráfico del crimen organizado- las que expulsan a hombres y a mujeres".
"Los vacíos legales tienen una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres".

"Esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano".  "!Y qué decir de tantas mujeres a quienes les han arrebatado el don de la vida".

En una ciudad que sufre las desapariciones de niñas pobres y feminicidios desde hace veintiún años, éste fue el único momento a las que se refirió a esta tragedia, junto con otro en el que nombró la palabra "desaparecidos": una realidad que los tres niveles de gobierno ha querido ocultar durante décadas pero que revivió al cuestionarse internacionalmente a las autoridades mexicanas por la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa (Guerrero), que forman parte de la cifra oficial de 27 mil 659 desaparecidos desde el 2007 hasta diciembre del 2015, según datos oficiales. Las cifras de diversas organizaciones quintuplican esta cifra.

Fieles participando en la misa del Papa Francisco en Juárez. Al fondo, la montaña de El Paso, Texas./@JudithTorrea
Anita Cuéllar "esperaba mucho más, la verdad". Al menos, unas frases más.

"En lo espiritual me deja satisfecha sólo el hecho de haber estado ahí. Me tocó comulgar. Se esperaba que les diera un buen jalón de orejas al gobierno para que ponga fin a lo que ha pasado", afirma la mamá de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, desaparecida a los 16 años.

"A mi la fe no la fortaleció mucho mi Papa. Me quedo con lo que yo soy, pero sí hay algunas personas que no tienen esa fe tan arraigada, salieron diciendo que no sirve de mucho esta visita. Todo el mundo (las víctimas) esperaba que fuera más contundente con la realidad de desapariciones, asesinatos y feminicidios que estamos viviendo en Juárez. Al Papa le faltaron agallas, ganas o no lo dejaron en Juárez", recalca.

Anita sintió que el Papa "estuvo controlado por el político, donde ni siquiera el Papa, que es la máxima autoridad espiritual sobre la tierra, pudo Ciudad Juárez respetar. Fue prácticamente un fraude. Porque lo manipuló una vez más el gobierno, donde les quitó este espacio a personas víctimas de violencia".


Silvia, mamá de Fabiola Janeth Valenzuela Banda desde el espacio que le asignaron para seguir la misa./@CortesíaMamás

Silvia es la mamá de Fabiola Janeth Valenzuela Banda, desaparecida a los 18 años de edad un 23 de agosto de 2010. Tiene 42 años y es madre de cinco hijos. Las autoridades le entregaron hace cuatro años unos huesos que nunca vio. Pide una exhumación porque siente que lo que enterró no es su hija y madre de su nieto (como les ha sucedido a otras mamás de desaparecidas, que recibieron huesos pensando que eran los de su hija, pero no era).

"A veces pienso que estoy pecando, diciendo lo que siento,  que no fue como en Morelia o en Chiapas. En Juárez pasó bien recio, hubo pasillos donde él pudo saludarnos, darnos la mano y no lo hizo. Las palabras fueron muy bonitas escucharlas y en sí no nos dijo una palabra de aliento para nosotras. Habló y pluralizó todo, y tal vez yo sentí mal, que nos iba a dar un mensaje una bendición para darnos más aliento y seguir esperando".

"Si el Papa se prestó, entonces ¿a quién recurrimos, si no es a él a quién siempre le pedimos, le rezamos? ¿Por qué con los presos (además de los políticos) sí tuvo tiempo de saludarlos? Algo pasó en Juárez, tal vez algo le hayan dicho. Quizá estaba esperando a que nosotras nos levantáramos e hiciéramos algo, y por respeto no quisimos".

Varias mamás, al menos cinco, tuvieron menos suerte que ellas, como miles de personas que se quedaron sin poder acceder a pesar de poseer los boletos que se habían distribuido gratuitamente por las iglesias. Y ni tan siquiera pudieron entrar al recinto donde se celebraba la misa. A pesar de que acudieron para las 11 de la mañana al recinto, sus asientos estaban ocupados. En la zona roja C3, un agente señaló que el gobierno había duplicado los boletos, mientras al menos trescientas se quedaron sin acceder por aquel acceso.

"Vine con esperanza, no más esperando la bendición y pedirle fuerza. No puede ser que el gobierno no nos permita el acceso a nuestra fe", comenta Marta, mamá de la pequeña Esmeralda Castillo Rincón, desaparecida a los 14 años de edad, el 19 de mayo de 2009.

Estaba acompañada de su esposo José Luis, que el día anterior se manifestó silenciosamente delante del gobernador César Duarte, que participaba en un evento donde se presentaba un documental para mostrar la recuperación de Juárez ante la prensa, entre otras autoridades. El suceso no fue noticia en los diarios locales, a pesar de que estaban presentes. (http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2016/02/la-guerra-en-juarez-por-el-papa.html).

"Aunque no pude entrar, me hubiera gustado que el Santo Padre hubiera saludado a alguna de las víctimas de la violencia", afirma el papá de Esmeralda Castillo.


Luz María Dávila, en el centro, esperando a que pasara el Papa junto a varias madres de estudiantes asesinados en la masacre de Villas de Salvárcar/@FotoJudithTorrea

Luz María Dávila perdió a José Luis Piña, de 16 años junto a Marcos, de 19 que trabaja con ella en la maquila y en las tardes estudiaba Relaciones Internacionales en la universidad. Son sus dos únicos hijos, enterrados en dos ataúdes: aesinados el 30 de enero de 2010 en la masacre de Villas de Salvárcar, donde murieron 15 personas, la mayoría estudiantes:  http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2010/02/velatorio-de-dos-hermanos-dos-primos-16.html

La mujer que explotó su dolor ante al ahora ex presidente Felipe Calderón, reclamándole su guerra contra el narcotráfico y le pidió que se disculpara por llamar a sus hijos pandilleros, llegó a las 9 de la mañana al recinto donde se iba a celebrar la misa. Lo hizo en un vehículo de la Fiscalía junto con su esposo, y unos 30 familiares de la masacre.

Aunque les dieron boletos para la zona roja B2, bastante más adelante que las mamás de las desaparecidas, aún así para ellos era complicado divisar al Papa en la misa.  

 "Ahí donde estaban los políticos, íbamos a estar nosotros. Yo sé que enfrente estuvieron las esposas de los políticos y los hijos. Yo sentí que hicieron menos a uno, y el Papa vino a lo que vino y siento que no lo dejaron. Según esto el Papa no quería políticos enfrente".

"El Papa no habló de las víctimas. Siento muchos sentimientos encontrados. La homilía fue muy ligera. Le faltó mucho al Papa: acercarse más a la gente, como lo hizo en Chiapas, en Michoacan. Me hubiera gustado saludarlo de la mano, recibir su bendición", agregó.

"Aunque ellos quieren cambiar la imagen de Juárez, que no pasa nada, nunca va a ser así, porque todo se refleja. ¿Cuándo se va a acabar la violencia? nunca mientras haya políticos que manden a a la fregadaa la gente. Por eso Juárez está como está". 

Cuando el sol de Juaritos comenzó a jugar con los colores del cielo, el Papa Francisco, el jesuita y argentino Jorge Mario Bergoglio, recitó el poema Hermandad del escritor mexicano Octavio Paz.  Para después decir: 

"Me atrevo a sugerir que aquello que nos deletrea y nos marca el camino es la presencia misteriosa pero real de Dios en la carne concreta de todas las personas, especialmente de las más pobres y necesitadas de México. La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza".

El atardecer sonríe juguetón a los naranjas, ocres y rojizos, bajo la mirada de una luna que se asoma. Cuando miles comienzan su periplo para ver cómo regresan a sus casas, con el peso de su dolor y sus ausencias, recuerdo la frase de Francisco, más pastor que profeta, más humano: 

"Sentí ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido".  

Es lo que siento en mi Juaritos, tan sabia. La que me inspira.

Ahora habrá que ver si, especialmente, los políticos y los empresarios tomaron nota o si sólo se acercaron a Francisco para tomarse la foto con un Papa.

La sonrisa de Lisania, una cubana recién llegada a Ciudad Juárez para cruzar legalmente a EE.UU

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Lisania Maday Miranda Prieto, desciende del autobús que le recibió en el aeropuerto -cortesía de las autoridades mexicanas- para  llegar al puente fronterizo de Santa Fe por el que caminará a El Paso, EE.UU, país que le garantiza por ser cubana su permanencia legal y beneficios hasta que obtenga el premiso de trabajo y la residencia. @JudithTorrea

Acaricia con ternura su tripita. Está embarazada de ocho meses y medio. Su primer hijo, nacerá en Estados Unidos. Lisania Maday Miranda Prieto es cubana. Y se prepara, con una sonrisa, para cruzar hacia el otro lado de la frontera.
Hasta el mes de noviembre -cuando salió de su tierra- era mesera en una cafetería de La Habana. Apenitas hace dos horas que arribó en un avión especial a Ciudad Juárez. Con otros 144 cubanos (30 mujeres, 5 menores, 109 hombres). De Panamá.

En frente de ella, está el puente de Santa Fe por el que caminará hacia El Paso, Texas con sus compañeros de sueños, que conoció mientras esperaba en Centroamérica un acuerdo entre Panamá y México para poder llegar a Estados Unidos, y que finalmente se puso en marcha el 23 de febrero para todos los cubanos que se habían quedado varados en aquel país. Estos cubanos en tránsito hacia EE.UU estaban esperando salir desde que el 15 de noviembre Nicaragua -país aliado de Cuba- cerrara las fronteras.

Su esposo sólo puedo llegar hasta Costa Rica, como otros 7. 801 cubanos que viajaban desde Ecuador por vía terrestre y que también se quedaron varados.
La inmigración de cubanos se ha intensificado tras el restablecimiento de las relaciones entre EE.UU y Cuba, por el temor que tienen a que se suprima la Ley de Ajuste Cubano -que desde 1961 otorga la residencia estadounidense a los cubanos que la solicitan al llegar a EE.UU-.

Los tres meses de espera incierta en Panamá ya son historia en la vida de Lisania. Y sólo piensa en situaciones hermosas que le esperan, aunque nadie le espera en Estados Unidos. Dice que quiere ir a Miami, aunque tampoco tiene familia.

Los agentes de migración mexicana reciben a los cubanos abriéndoles un paso especial. Todos tienen un permiso de visitante por razones humanitarias que les han entregado las autoridades migratorias en Ciudad Juárez. Ninguno de los recién llegados pagan los habituales 4 pesos mexicanos para cruzarlo.


En unos diez minutos, la cubana Lisania Maday Miranda Prieto cruzó el Puente de Santa Fe, en Ciudad Juárez, México, y pisó por primera vez tierra estadounidense, en El Paso, Texas, tras tres meses varada en Panamá. @JudithTorrea


Lisania, de 26 años, va subiendo el puente fronterizo a paso ligero. Por debajo, está el Río Bravo, llamado Grande en Estados Unidos. Es el río fuertemente vigilado en esta zona de la frontera, que muchos intentan cruzar corriendo o a nado, pero que pocos alcanzan su destino -porque son deportados en el intento o mueren- para convertirse en inmigrantes indocumentados en EE.UU.

Atrás va dejando las casitas semidestruidas del centro de Ciudad Juárez para comenzar a ver rascacielos y edificios cuidados de El Paso. Las filas para los que cruzan en vehículos son largas, pero apenitas hay mucha gente que lo hace caminando. Unas cuarenta personas esperan poder mostrar a los agentes sus documentos migratorios estadounidenses para poder pasar la frontera a comprar, estudiar, trabajar, viajar, entre otras actividades.

Al finalizar el puente, la agente de migración que acompaña a los cubanos les acomoda en una fila especialmente habilitada por las autoridades estadounidenses para los cubanos recién llegados. Éstos cruzan a Estados Unidos con los documentos que les entregan para regularizar su situación migratoria.

Lisania apenitas alcanza a despedirse con una sonrisota y me comenta que el niño que espera en unos días se llamará Mateo.

La cubana Lisania Maday Miranda Prieto (con bolso) entrando a las instalaciones de las autoridades migratorias estadounidenses que se encuentran al bajar el puente.  En unos minutos más, podrá entrar legalmente a EE.UU. @JudithTorrea 

Otro 8 de marzo buscándolas o cómo en este Día Internacional de la Mujer se cumplen 5 años desde que Gabriela Espinoza Ibarra desapareció

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Algunas mamás de niñas y jovencitas desaparecidas en Ciudad Juárez conmemoran el Día Internacional de la Mujer con una protesta en la Fiscalía, bajo el símbolo del gobierno estatal del PRI, "Chihuahua Vive", una campaña gubernamental en respuesta a la realidad de desapariciones y asesinatos bajo el imperio de la impunidad. @JudithTorrea

La temperatura bajó y el azulote del cielo dejó paso a nubarrones: en uno de los pocos días del año en el que los rayos de sol no sorprenden con toda su fuerza, como ocurre incluso en el frío invierno del desierto juarense.

En esta ciudad donde por veintiún años siguen desapareciendo niñas y jovencitas, donde las madres lloran a sus hijos asesinados en la llamada guerra contra el narcotráfico y otras muchas se han convertido en esperanza obligada para los 14 mil niños huérfanos de la guerra, la celebración del Día Internacional de la Mujer parece mostrar los matices de los grises: hasta en el firmamento.

Dos chavas bailan. Contornean su vestido blanco como un abanico que destella esperanza. Lo hacen al son jarocho -baile típico del estado mexicano de Veracruz-, entre las lágrimas y las sonrisas de unas mamás de desaparecidas que se han congregado en la puerta de la Fiscalía Especializada en Atención de Mujeres Víctimas de Delito por Razones de Género.

Intentan recordarles a las autoridades que las desapariciones y los feminicidios no son "una leyenda negra que aprovecharon empresarios y promotores extranjeros para echar tierra a este municipio, con el propósito de evitar que las fábricas se instalaran en una urbe que competía favorablemente con países enteros", como afirmó Enrique Serrano, el que fuera alcalde de Ciudad Juárez hasta diciembre cuando pidió una licencia para buscar la candidatura por el PRI a la gobernatura del estado de Chihuahua.


Ninguna autoridad de la Fiscalía salió para conversar con las mamás, sólo un joven de la Fiscalía que, sin presentarse y enfundado en un traje, comenzó a fotografiar a todos los presentes. @JudithTorrea

Algunas mamás, como Juanita Ibarra,  de 46 años, ven en a esas dos jovencitas danzando el rostro de sus hijas desaparecidas. Hoy Juanita descansa de su nueva chamba en una fábrica maquiladora: ensambla arneses para carros, desde las tres y media de la tarde hasta las doce y media de la noche. Por 500 pesos (unos 30 dólares) a la semana. Regresa a la madrugada a su casita, en una rutera para después caminar -por calles sin pavimentar y carentes de alumbrado público- buscando la luz de la luna y las estrellas.

Cuando su hijo mayor tenía 9 años de edad, Juanita aprendió a leer y escribir. Tenía 27 años. Después, esta madre de cinco, se graduó de la prepa con una puntuación de 9.8, de un máximo de 10.
 "Sentí mucha emoción, nadie te hace tonta. Hasta entonces, no sabía qué decía ahí o en la tienda, no más preguntaba".
Ahora, con diecinueve años más, emplea sus conocimientos para buscar a su hija Gabriela Espinoza Ibarra, que desapareció un 8 de marzo de hace cinco años: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2013/03/huyo-de-la-violencia-de-juarez-y-su.html

En el ranchito de Santa Rosa, en el estado de Coahuila, cercano a la población de San Pedro, Juanita aprendió desde niña a quitar el algodón de la mata.

"Vengo del campo, de sufrir, descalza, sin comer, sin estudios", dice.

A los 17 años emigró a Ciudad Juárez para trabajar en una fábrica maquiladora. Aquí conoció también a un amor que le golpeaba desde su primer embarazo, a los 18 años, y del que enviudó cuando su ahora hija Gabriela Espinoza, desaparecida, tenía 2 años de edad. La misma realidad de violencia doméstica comenzó a padecerla su hija desde su primer embarazo a los 15 años de edad y viviendo en la casa de la madre de su compañero maltratador.

Gabriela tenía 19 años cuando desapareció hace cinco. De pronto, su niño Luis Leonardo, de 2 años y Karen Gabriela, de 3, aunaron a su incipiente vocabulario palabras que un niño nunca debe de conocer entre los lloros por su ausencia. Esta madre soltera vivía con unos tíos tras haber huido de la casa familiar del padre de los niños, el policía de tránsito Omar Flores Téllez.

El 7 de marzo, la joven madre fue a buscar a trabajo en la zona centro y lo consiguió en la tienda Vesticentro. Al día siguiente, salió a comer a las 2 de la tarde y ya no se supo más de ella. Las últimas llamadas que recibió Gabriela en su celular fueron las de su ex compañero, según pruebas en posesión de la Fiscalía. Le marcaba y le iba guiando hacia dónde dirigirse, en qué ruta. Sin embargo, estas pistas no sólo no se han tenido en consideración en la investigación para dar con el paradero de Gabriela, sino que al policía y ex pareja maltratadora de la desaparecida se le premió con la custodia de los niños. Juanita lucha por recuperar a sus nietos, a los que la ex pareja de su hija le niega todo contacto.

"La justicia no sirve para nada, qué le hicieron a Marisela Escobedo, qué justicia tenemos allá dentro", dice Juanita recodando el caso de Marisela, que acabó asesinada igual que su hija Rubí, calcinada por su pareja Sergio Barraza Bocanegra, que fue exonerado del crimen y puesto en libertad: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2010/12/si-protestas-te-matan-marisela-escobedo_17.html

"Estaban separados y tenía como una obsesión por ella, que no era de nadie más. Insultó mucho a mi hija, me la golpeaba. La trataba muy feo, la humillaba y cuando ella daba el pecho a sus hijos, se ofendía", recuerda la madre de Gabriela Espinoza.




Juanita Ibarra pega pesquisas de su hija desaparecida en la puerta de la Fiscalía que se encarga de buscarlas. Actualmente, hay más 112 niñas y muchachitas desaparecidas en Ciudad Juárez, algunas desde más de dieciocho años hasta otras mucho más recientes. @JudithTorrea

 Esta mañana su hijo de 13 años se enfermó y tuvo que ir a por él a la escuela. Después, recogió a su chiquito de 8 años. Intenta centrarse en otras cosas, hasta que le azota la tortura de la espera.

"Sientes una soledad, un hueco vacío, por qué me la quitaron si nada les hice. No más pido a Dios que me la devuelva. Cuando estoy sola lloro, que no me miren mis hijos. Los primeros años no quería vivir, yo me sentía que yo tenía la culpa, porque aquí la dejé (cuando no pudo convencerla que abandonar Ciudad Juárez por la violencia, junto a sus padres y hermanos)".

Desde hace un mes, sonríe un poquito más en su rostro siempre serio. Su hijo le ha dado un nieto, que se llama: Iker (por Casillas, el portero español del que su padre es un gran seguidor) y Gabriel (por su tía desaparecida).

"Se me hizo bonito el nombre, Iker Gabriel, para un bebé inocente como mi hija".


"Cuando Jazmín venga" : ¿por qué la mamá de Patricia Jazmín Ibarra Apodaca lleva cinco años sin saber dónde o cómo está su hija?

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Cuando tomé esta foto, Rosa María sólo quería mostrar lo que no tiene desde hace cinco años: a su hija mayor, Patricia Jazmín Ibarra Apodaca: desaparecida a los 18 años en Ciudad Juárez un 7 de junio del 2011, en plena vigilancia con retenes de las fuerzas de seguridad enviadas para la llamada guerra contra el narco. @JudithTorrea 

Entre la regadera y sus lágrimas: escondida en uno de los dos cuartos de su hogar. La noche llega en la casita de Rosa María Apodaca. Llora con furia; mira la hora, el día, los mensajes en su celular. Sin noticias.
Los rayos del sol ya no se incrustan sobre su casita de bloque en la colonia Senderos de San Isidro. Aquí casi todas las calles y terrenos baldíos tienen una historia de una persona que fue asesinada, bajo el imperio de la impunidad. Es el silencio de lo que se convierte en cotidiano.
Las autoridades y empresarios de Ciudad Juárez le llaman "reconstrucción", "recuperación". Es su discurso oficial: despojado de la realidad profunda, que poco a poco va calando en la opinión pública hasta que les toca de cerca un nuevo asesinato, una masacre o una desaparición. Y se preguntan si algo de verdad ha cambiado desde antes de la llamada guerra contra el narcotráfico, además de que ahora en el paisaje no hay una avalancha de retenes del Ejército y la Policía Federal que con su llegada -para oficialmente combatir el narcotráfico y la violencia-  consiguieron lo contrario: que se dispararan los asesinatos, las extorsiones, las desapariciones y los secuestros. Si en el año 2007- antes de que comenzar la llamada guerra contra el narco hubo 317 personas asesinadas-, al año siguiente subió a 1.623; en el 2009, 2.754; en el 2010, 3.111; en el 2011, 1.997; en el 2012, 749.

De la ciudad más peligrosa del mundo a la ciudad dolor: bajo la pobreza de los que trabajan como operadores en fábricas maquiladoras con el temor de que sus hijos adolescentes -abandonados de programas educativos gratuitos, de oportunidades de ocio constructivas, de transporte público, de calles pavimentadas o agua corriente- se conviertan en adictos a las drogas y encuentren en un Cártel la única salida para seguir sobreviviendo.

Los que quedaron vivos a sus muertitos se resisten a morir, con la esperanza golpeada, preguntándose para qué. Para qué sirvió en Ciudad Juárez que murieran más de 11 mil personas en la llamada guerra contra el narcotráfico del ahora ex presidente Felipe Calderón (PAN). Si todo está peor de cuándo comenzó. En el mayor paso de  drogas -que van viajando desde del sur, desde Colombia, para poder cruzar hacia EE.UU- que "resurge" a ritmo de negocios, muchos de lavado de dinero del narcotráfico.  En un paisaje de cruces negras bajo un fondo rosa que intentan recordar espontáneamente que aquí siguen desapareciendo y matando a niñas y jovencitas como desde hace veintiún años, hasta que las borran: del mapa, de la pintura, del recuerdo. Aquí no existen y es más, las autoridades pregonan que son las más chingonas de México encontrándolas (en trocitos, en huesitos). Los que han estado encerrados en una ciudad donde el peligro era estar vivo y tienen con qué, salen (entre menos asesinados) a restaurantes, bares y centros comerciales cansados de vivir en una ciudad en guerra durante cinco años.

Cuando la luz nítida del sol pasa a convertirse en una caricia para los sentidos, llegan los colores: los ocres que se funden sobre los naranjas, en un firmamento de posibles. Unos minutos de hermosura. Y Rosa María, madre de cinco, respira. Hay que seguir.

Él juega entre fotos de una hermana de la que nunca ha podido disfrutar ni de un abrazote. Está desaparecida, Patricia Jazmín Ibarra Apodaca:
Un 7 de junio como hoy, pero de hace cinco años. Sale a las 9 de la mañana a su nuevo trabajo en el centro de la ciudad. Todavía no ha regresado.
En ese mismo mes, Rosa María se embaraza. Piensa que Dios le ha enviado un ángel de la guarda. Y llama Ángel al menor de sus cinco hijos y único varón, de ahora 4 años de edad.

Hoy se derrumbó. Los recuerdos, con los porqués, le apagaron su sonrisa de dolor.
"Me dio como una crisis, me encierro en mi habitación, no quiero que me vean los niños", me dice la mamá de Patricia Jazmín Ibarra.

Se aferra a los detalles. Y a una pequeña Biblia que la mayor de sus hijos cargaba en su bolsa cuando desapareció. A los 16 años de edad, la joven se convirtió al cristianismo. Fue bautizada en una comunidad de la colonia Galeana donde había comenzado a vivir con su abuelita materna.  Tres días antes de desaparecer, decidió que leería también la Biblia en el puesto de telefonía móvil Telcel en el que había comenzado a trabajar.  Sería una buena manera para no aburrirse mientras esperaba la llegada de clientes.

En la calle Oro y la 16 de septiembre, donde consiguió el trabajo - una zona donde desde hace veintiún años van desapareciendo niñas y jovencitas- las cámaras de vigilancia parecen grabar aunque no graben nada crucial. Los policías municipales la recorren como si estuvieran de paseo, simulando que hacen su chamba. Es el punto principal de conexión irremediable para las personas con menos recursos que usan las viejas rutas de transporte público: camiones que hace más de cuarenta años se retiraron del transporte público estadounidense, que circulan sin regulación ni horarios fijos.
Escaparse de esta zona, si uno es pobre, es difícil. Las tiendecitas de baja calidad en sus productos conviven con prostíbulos baratos, bares y el narcomenudeo. Desde esta zona del centro, en donde se encuentra la Catedral y la Misión de Guadalupe, los que tienen una mica u otro tipo de documentos migratorios estadounidenses pueden cruzar por el puente fronterizo de Santa Fe hacia El Paso, Texas.

El que fuera su novio y ahora padre de un niño con otra pareja, llamó a Patricia Jazmín Ibarra Apodaca a eso de las 11 de la mañana. Jairo, también cristiano, se había enojado la víspera con ella y decidió no llevarla a su trabajo. Al parecer, ella le comentó que el señor del local en el que trabajaba no había abierto el puesto. Así que iba a reunirse con otra persona para otra entrevista de trabajo. Poco después, su teléfono sonaba apagado.

Su madre se sentía inquieta. La llamó también, sin suerte. Hacia las 10 de la noche, el novio de Patricia Jazmín se acercó a la casita de Rosa María. Le comentó lo que más temía: que no había regresado con su abuela. Comenzó a buscarla por los hospitales, por calles cortadas por retenes policiacos o asesinatos.  Ninguno de ellos había visto nada. ¿Cómo era posible que su hija hubiera desaparecido con tanta vigilancia?, se preguntaba. A las 2 de la mañana llegó a la Fiscalía para interponer una demanda.

Esperó a que los rayos del sol salieran. Tomó la rutera y fue a la casa de la abuela. Avisó a su esposo, guardia de seguridad en una maquila, que se encargara de los niños. Llamó a una sobrina para que ésta también estuviera pendiente. Rosa María estaba dispuesta a encontrar a su hija ese mismo día. Pidió permiso en la maquila donde trabajaba como operadora y comenzó la búsqueda. Se acordó de que un mes antes "se le estuvo acercando un veracruzano para que trabajara de modelo. Una de sus amigas me dijo que él se quiso propasar con ella". En ese entonces trabajaba en el Instituto Vértice, en la colonia de las Haciendas de las Torres, inscribiendo a los estudiantes a la escuela. "No quisieron enseñarnos nunca las cámaras de seguridad del (supermercado cercano) Soriana y la escuela "

De las autoridades "nada en estos cinco años, voy y me salen con lo mismo. Me desespero de ver que pasan los años y sigue uno igual,  a escuchar de lo que ellos dicen y a esperar. Ya uno qué más puede hacer", afirma.

Es una búsqueda con sus días, sus noches y años. Con sus ausencias en cada uno de los momentos de celebración de la familia y en las despedidas. Como la de Ofelia Granados, abuelita de la desaparecida. Las últimas palabras que alcanzó a decir antes de fallecer el pasado año por un infarto fueron "Jazmín, Jazmín".
Desde "que se perdió" sus frases comenzaban siempre con un "cuando Jazmín venga".

Hay esperanzas en Juaritos que se marchitan con los años. Con el desgaste de permanecer invisibles en un discurso político que maquilla y minimiza los problemas de fondo: como las desapariciones y feminicidios desde hace veintiún años o las consecuencias brutales de la llamada guerra contra el narcotráfico (tan sanguinaria como ineficaz) que las autoridades pretenden que se olviden con campañas mediáticas para lavar la imagen de la ciudad -como lo han conseguido con las desapariciones y los feminicidios- para así seguir dominando una realidad en la que impera la desigualdad socioeconómica y el poder, de los que tienen y aplastan a los más pobres en un México inmensamente rico.
El rostro de Rosa María Apodaca se derrumba en unas manos curtidas por el trabajo en una maquila por 800 pesos a la semana (unos 43 dólares), el frío en su casita sin calentón, el calor del desierto sin aire y la agonía.

"Cuando nació Jazmín le dije a Dios que me diera otra oportunidad, y sí me la dio. Batallé mucho con ella, estuvo dos semanas en el seguro. Nació prematura, de 8 meses, muy chiquita, como de dos kilos. Y ahora me la roban...", recuerda.

Cinco años buscándola: sin noticias.

COPYRIGHT © CIUDAD JUÁREZ, EN LA SOMBRA DEL NARCOTRÁFICO. ALL RIGHTS RESERVED


Un cumpleaños marcado por la desaparición de dos jovencitas en el centro de Ciudad Juárez: Brianda Cecilia Martínez y Nancy Navarro Muñoz

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Luz Elena con su hija desaparecida Nancy Navarro Muñoz en imágenes: en unos aretes de corcholata, una camiseta y una foto de su quinceañera en la casita donde vive en la colonia obrera Francisco I. Madero.  @Judithtorrea 
Se levantó entre los rojizos de un amanecer hermoso. La foto de su hija Nancy Navarro Muñoz surgía aún más linda de un altar que creó desde que la joven desapareció. Recordó cómo tan sólo hace unas horas, a las 12 de la noche, su esposo, tres de sus cuatro hijos y nietecita le cantaron las mañanitas, siguiendo la tradición mexicana. Y su Nancita, de nuevo no estaba: su cuarto cumpleaños deseando el mismo regalo, que aparezca como en las películas con final feliz nada más soplar las velas y pedir un deseo. Pero en este cumpleaños ni tuvo un pastel (no había con qué: era el día de descanso de su esposo, de su trabajo como mesero en un restaurante, en donde lo que gana cada día en propinas se convierte horas después en alimentos para su familia).

Pensó en cómo se sentiría hoy don Juan -que vive a unos veinte minutos caminando de su casita-. Porque la hija de éste, Brianda Cecilia Martínez Gutiérrez, que desapareció a los 16 años de edad un 15 de junio, cumple hoy cinco años de desaparecida.

Lo que cumple Lucy, la mamá de Nancy Navarro, son 42 años de edad. Y celebrar, que se diga celebrar, con una hija sin saber dónde o cómo está y pensando en otra que, sin conocerla con el tiempo ha pasado a ser parte de su vida es más que complicado. Hay días en Juaritos en que la celebración de haber nacido coincide con el que una niña haya desaparecido.

"Le digo a don Juan, mira qué triste el día de mi cumpleaños desapareció su hija. Somos una familia de dolor todas las mamás, porque todas estamos sufriendo lo mismo, lo que nos pasa con nuestras hijas, y desafortunadamente en estas circunstancias nos conocimos".

Lucy se siente de la patadota. Este fue "un día corriente. Para mí todo lo que sucedió desde la pérdida de mi hija es como si fuera ayer, conforme pasa el tiempo uno se va decayendo por dentro".

Pero sonríe, está de pie: por los que quedan y porque sabe que debe de estar fuerte para seguir buscando a la mayor de sus hijas, que desapareció a los 18 años de edad: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html. Porque sabe que a pesar de las adversidades de su vida hay momentos únicos y maravillosos que ella tiene la capacidad de descubrir, transformando cada palabra en la dulzura amorosa de quien ha aprendido a transformar la dureza en positividad.

Cocina unos tacos de papa: cuece las patatas y las machuca estilo puré. Antes, para almorzar, se consintió con unos chilaquiles verdes y rojos,                                                                                                                                             para así pensar que puede elegir de unos y de otros, porque "ni por ser el día de mi cumpleaños, me merezco una coca (cola)", comenta bromeando.

Desde que era una niña de 4 años de edad, Lucy ha vivido su cumpleaños en un segundo plano. Ese día, su hermanito José Guadalupe, de 5 años murió de cáncer de estómago. Desde hace 38 años, su madre toma cuatro rutas para ir al panteón con flores. Como en esta ocasión cuando Lucy la llama para invitarla a almorzar chilaquiles: "Yo ya voy para acá, para donde está tu hermano". Y le felicita, tímidamente.

Lucy sabe de Brianda Cecilia Martínez todo lo que el padre de esta adolescente le ha contado. Los pequeños detalles de su vida y también los más obvios: su desaparición un 15 de junio del 2011 cuando fue a su nuevo trabajo en el centro de la ciudad, un puesto de dulces regentado por Manuel Vital Anguiano. Éste cumple en la actualidad condena por participar en una red de desaparición y feminicidio de 11 jovencitas encontradas en huesos en el Arroyo del Navajo, en el Valle de Juárez. Las autoridades no han investigado quiénes están detrás de esta red que operaba sin problemas en una zona custodiada por soldados y policías federales enviados durante llamada guerra contra el narcotráfico.

La casita donde vive don Juan es un cuarto grande alargado distribuido en tres zonas (la cocina, su cama y la de su hija Leslie con sus dos niños y esposo) en el que se siente la ausencia de una Brianda Cecilia alegre y bella. Hoy, este obrero serio y de pocas palabras, prefiere la soledad del silencio: la que golpea su vida esperando que se encuentre a su hija viva.


Pegados a la televisión, Juan Manuel Martínez, 47 años, con su hija Lesliie y los hijos de ésta, intentan buscar pistas que le lleven a encontrar a  Brianda Cecilia Martínez en la casita en la que viven de la colonia Periodista. @JudithTorrea

Brianda Cecilia Martínez Gutiérrez tenía 16 años cuando desapareció hace cinco años. Foto de foto @Judithtorrea
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Cómo estar "enamorada de la vida" con una hija desaparecida a los 16 años de edad, llamada Jessica Ivonne Padilla Cuéllar

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Durante cinco años, Anita Cuéllar, de 49 años, ha buscado a su hija Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, desaparecida a los 16, por todos los rincones de Juaritos. En la foto, enfrente de una de las más de cien mil casas abandonadas en la ciudad.   @Judithtorrea

Eligió la ropita de su hija desaparecida. Del pantalón de mezclilla no tuvo dudas. La blusita, de tirantes para combatir el calor. Sonrío. Ahora había que lavar todo a mano: como todas las semanas desde hace cinco años, en la que dejó de abrazar a su Jessi para comenzar a buscarla.

"Su ropa siempre está limpia, su pijama debajo de la cabecera para que si llega tenga su ropa lista, todo a mano. Le lavo un cambio cada ocho días y toda su ropa dos veces al mes porque se empolva. No es agradable llegar y encontrarse que no está limpio", razona Anita, mamá de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, que desapareció a los 16 años de edad un 7 de julio como hoy de hace cinco años: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2015/07/le-advirtieron-con-meterla-la-carcel-si.html

También se encarga de la colada de sus otros dos hijos, cuatro nietos de 10, 9, 7 y 5 años de edad,  y de su esposo, operario en una fábrica maquiladora. Pero en momentos diferentes. Lavar las pertenencias de Jessi es más que un acto pulcro. Es recordarla y hablar con ella. Como si estuviera ahí merito. Como lo hace muchos días.

"De hecho, cuando me desespero mucho le platico cómo me siento, y si estoy enojada o contenta por una celebración de la familia, también. Muy seguido me levanto pensando en ella y preparo un platillo que a ella le guste. A Jessi le encanta las calabacitas, las tortas de papa, la ensalada con pepino y tomate, los chilaquiles rojos".

Lavar en una ciudad de desierto y sin infraestructuras mínimas, donde más de 17 mil 500 personas -según datos oficiales del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía)- toman su agua de tambos de plástico que son llenados cada semana por camiones cisterna, puede convertirse una bendición hermosa.
Anita lo sabe: se siente agradecida de tener agua corriente en su casita para lavar en el patio y está convencida que lo suyo no es tan pesado. Lo duro es la tarea de los juarenses que deben acarrear el agua a casi cuarenta grados centígrados como los de ahorita, me dice convencida, asegurándome que hacer la colada a mano es lo mejor para que la ropita de las segundas se conserve perfecta, a la vez de que es un buen ejercicio.

Esta mañana escribió unas líneas para su hija. Pensó que para que le llegaran lo mejor era enviárselas por mensaje privado a su "face". Hoy hace cinco años que desapareció cuando fue a buscar trabajo al centro de Ciudad Juárez y "cinco años se dicen fáciles, pero vivirlos y recorrerlos buscándola por las calles de la ciudad no es fácil, no es fácil seguir en pie, pero siempre he contado con Dios, con el apoyo moral de vecinos y amigos. Porque sigo sin tener una respuesta de las autoridades, sin que haya una línea de investigación".

El mensaje de esta madre a su hija desaparecida, que Anita me permite publicar, dice así:

Buenos días, hija. ¿Donde estás? me urge saber de ti. Tengo tantas cosas que contarte de todo lo que ha pasado en todo este tiempo que no estás con nosotros. 
Por favor, por lo que más quieras, comunícate conmigo, mira que soy tu madre. Espero que no te hayas olvidado que tienes madre porque yo jamás te olvidaré.Aquí estaré esperando por ti tu llamada, tu regreso o lo que sea. 
Ten la seguridad que no te voy a cuestionar, criticar, acusar, juzgar y mucho menos a condenarte. ¿Sabes por qué? porque te aaaamoooo con todo mi ser y mi alma. También, porque tu vida no me pertenece, sólo tú puedes y debes decidir cómo la vives. Yo sólo quiero que me permitas comunicarme contigo, saber de ti. estoy aquí para ti, por ti, cuenta conmigo hoy, mañana y siempre hasta mi muerte y aún más allá de la muerte. 

Jessi te extraño un montón. Dime que estás bien, que eres feliz. Te pido perdón desde lo más profundo de mi corazón por todos los malos momentos que pude haberte hecho pasar mientras estuviste conmigo, por amarte más allá de mi misma, protegerte, cuidarte, acompañarte, guiarte, aconsejarte cuando no me lo pediste, por consentirte, por darte más de lo que tenía. Solamente perdóname. Lo hice pensando en lo mejor para ti. Si me equivoqué, perdón de nuevo. 

Yo fui muy feliz con tu presencia, hija hermosa. Te extraño y añoro tu presencia, sonrisa, el "buenos días" por la mañana, "buenas noches" al dormirte, y el contemplar tu rostro mientras dormías profundamente en tu cama, otras veces entre mis brazos como lo hiciste desde bebita.

Extraño tu voz diciéndome "mami, te amo mil ochocientos mil" y yo contestándote te amo hasta el infinito ida y vuelta". Extraño mi reflejo en tus lindos ojos. Tus besos, tus caricias, tus abrazos de oso queriéndome asfixiar. Me hace falta sentir tu respiro y los latidos de tu corazón muy cerca de mi para saber que estoy viva, que aún respiro, y sentir que mi corazón sigue latiendo. 

Regresa, por favor. Termina con la agonía de no saber de ti. No sé cuánto tiempo más pueda resistir sin ti. Jessi estás en mi corazón, mente, alma, sueño y en mis oraciones las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, los treinta días del mes, los 365 días del año. 
Dios te bendiga, Jesús te acompañe, la Virgen y tu ángel guardián te proteja. 

Quien te ama y te extraña hasta la muerte. TU MAMI. 


@Foto cortesía de Anita Cuéllar
Esta fotografía de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar en una oración es una de las muchas ideas con las que su mamá Anita intenta que regrese con vida a sus brazos. Desde hace nueve días, el hogar de Anita se convierte en un encuentro de rezo, a eso de las nueve de la noche. Una veintena de vecinos y amigos se reúnen ante un cuadro de la Virgen de Guadalupe que hay sobre la mesa de la cocina -y en el que se sujeta una foto de Jessi-. Desde Rodeo, en el estado de Durango, la abuela paterna de Jessi, la bisabuela de 95 años y la tatarabuela de 103, participan en el novenario por teléfono. Leen una versión de una plegaria que Anita ha adaptado para su hija desaparecida y después lanzan al universo sus buenas intenciones y peticiones.

Dulce, la más pequeña de las sobrinas de Jessi que hoy se graduó de Kinder,  pinta dibujos de la familia en donde está una Jessi sonriente, como la imagina esta niña que tenía seis meses de edad cuando su tía desapareció. Convive con ella hasta en la recámara donde duerme en la parte inferior de una litera, con sus otros tres hermanos. La camita de la parte superior, que nadie la ocupa desde hace cinco años, es la de Jessi y sus peluches.

El novenario previo al quinto aniversario de la desaparición de la hija de Anita -que comenzó el 29 de junio- culminó en la tarde del 7 de julio con una misa íntima, en la parroquia cercana a su casita.

"Para mí fue un día, dentro de todo, que me dio alegría. El estar en oración nueve días me generó paz.
Yo estoy enamorada de la vida. He tenido lo que he querido tener. La ausencia de mi hija está en manos de Dios. Es aceptar que no puedo hacer más, si yo supiera dónde está... Tengo que estar bien, para estar de pie. El amor de madre, el amor a la vida, me tiene de pie, y no me puedo renegar de la vida. La vida me dio lo más bonito que la vida me puede dar: mis hijos. Amo el sol, lo que toco, amo la vida. Esa vida está dentro de mi persona".

Jessica Ivonne Padilla Cuéllar estudiaba el cuarto semestre de la preparatoria en la escuela Río Grande, en la colonia El Granjero. Cuando desapareció un 7 de julio del 2011, a 16 años de edad, soñaba con ser médico.

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